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El Senado de la República tardó dos años en aprobar la eliminación de la llamada “Partida Secreta”, esto a petición del presidente Andrés Manuel López Obrador, en donde dicho gasto no era otra cosa más que el mandatario en turno (priístas y panistas) podía disponer de dinero público del presupuesto a su antojo y conveniencia, así como distribuirlo entre sus subalternos más leales, regalarlo a sus familiares y amigos, pagar favores a empresarios, comprar conciencias de políticos, sobornar a dueños de medios de comunicación y premiar a intelectuales y columnistas bien portados con el régimen.

Finalmente, los senadores reformaron el artículo 74 de la Constitución, en el cual establecieron que “no habrá partidas secretas en el Presupuesto de Egresos de la Federación”, con lo cual se avanza en la lucha en contra de la corrupción y se evita que próximos presidentes de la República vuelvan a utilizar esa figura legal para continuar con el dispendio discrecional del dinero público, tal como hicieron los últimos cinco mandatarios: Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.

En esta columna se ha documentado ampliamente el uso de esa “Partida Secreta” utilizada por la Presidencia de la República como una “caja chica”, y el caso más concreto de ese abuso de poder lo ejemplifica Carlos Salinas de Gortari, quien durante su sexenio (1988-1994) disponía mensualmente del equivalente de 200 millones de dólares (4 mil millones de pesos al tipo de cambio actual) para repartirlos entre sus hermanos –Raúl principalmente– y sus amigos, compadres, burócratas, empresarios, legisladores, escritores, periodistas, dueños de periódicos y concesionarios de radio y televisión.

En aquel sexenio, esa “Partida Secreta” la manejaban por instrucciones de Salinas de Gortari el administrador de la Presidencia, Octavio Sentíes Hoyos; el secretario particular del presidente, Justo Ceja, y los hermanos Francisco y Araceli Vázquez Alanís, ambos funcionarios de la Presidencia y a quienes se encomendó abrir la cuenta bancaria número 6300-0-005 en Banco Mexicano Somex, de donde Salinas de Gortari disponía mensualmente de 652 millones 30 mil 799.49 pesos (que al tipo de cambio de ese año equivalían a 200 millones de dólares) para distribuirlos a su antojo y sin rendir cuentas ni ser auditada por nadie.

Una vieja copia que aún guardo en mis archivos de un estado de la cuenta 6300-0-005, correspondiente a noviembre de 1994, confirma que en el último mes del gobierno de Carlos Salinas se realizaron 41 movimientos bancarios por un total de 652 millones 38 mil 799.49 pesos.

De acuerdo con funcionarios que trabajaron en la Presidencia que despachaba en aquellos años en la residencia oficial de Los Pinos, el director de Finanzas era Francisco Vázquez Alanís y su hermana Araceli era secretaria particular del director general de Administración de la Presidencia, el contador público Ernesto Sentíes Hoyos.

Uno de los cheques expedidos de esa cuenta bancaria millonaria, el número 183, era por un monto de 98 millones 811 mil 689 pesos, con fecha del 3 de noviembre de 1994; otro cheque, el número 171 y de fecha 4 de noviembre, por un monto de 95 millones 847 mil 505 pesos; el cheque número 26537000, con fecha del 7 de noviembre, por 57 millones 58 mil pesos, y el cheque número 163, por 37 millones 94 mil 547 pesos. El cheque 170, por 31 millones 620 mil 518 pesos; el cheque 165, por 25 millones 399 mil pesos, y el cheque 177, por 22 millones 737 mil 260 pesos, entre otros.

De acuerdo con el estado de cuenta bancario correspondiente al mes de noviembre, la dirección que dieron a Banco Mexicano los hermanos Vázquez Alanís para recibir la documentación financiera fue la de Hacienda de la Condesa (número ilegible), colonia Prados del Rosario.

El descubrimiento de dicha cuenta bancaria secreta que sólo unos cuantos sabían de ella, ocurrió cuando en la administración de Ernesto Zedillo, quien había roto con Salinas, se ordenó a la Secretaría de Hacienda investigar al exsubprocurador Mario Ruiz Massieu por los delitos de narcotráfico y lavado de dinero, y fue una sorpresa para los auditores encontrar que uno de los cheques, el número 24537001 por 300 mil pesos, le había sido entregado a Ruiz Massieu por órdenes del presidente Salinas y correspondía a la cuenta 6300-0-005 de Banco Mexicano, pero la investigación se detuvo cuando descubrieron que la chequera se manejaba desde la residencia oficial de Los Pinos y los hermanos Vázquez Alanís servían sólo de prestanombres para el manejo de la chequera utilizada para premiar lealtades al presidente en turno. Por supuesto que después Zedillo también hizo uso de esa “Partida Secreta” que no tenía límite presupuestal.

Así, los beneficiarios con ese dinero, que según las primeras investigaciones de aquellos años habría sido desviado del presupuesto federal por instrucciones presidenciales, eran algunos secretarios de Estado, subsecretarios, procuradores, subprocuradores, directores de paraestatales y fideicomisos, empresarios salinistas y, por supuesto, la familia directa y los hermanos de Carlos Salinas de Gortari, principalmente Raúl.

El mismo Raúl Salinas confirmó que parte del dinero que depositó en cuentas bancarias de Suiza, Londres, Estados Unidos, México e Islas Caimán, se lo entregó su hermano cuando fungió como presidente de la República.

En los registros fiscales de los hermanos Vázquez Alanís aparecen así: Araceli Vázquez Alanís tiene dos RFC: VAAA510507QW8 y VAAA5105074X9, con domicilios en Camino a Porres PV Santa Anita, Jiutepec, Morelos, y en la Unidad Habitacional Barrio de Santiago, en la Reforma Iztaccíhuatl, Iztacalco.

Esta mujer de 49 años de edad aparecía como asalariada desde 1983 en el gobierno federal y sólo a partir del 13 de febrero de 1992 fue dada de alta en la Secretaría de Hacienda. Por lo que respecta a su hermano Francisco Vázquez Alanís, con el registro VAAF540803HD8, también ingresó al gobierno desde 1983.

En gobiernos posteriores, durante los mandatos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, la entonces Procuraduría General de la República abrió sendas investigaciones sobre el uso de esos fondos públicos que el entonces presidente Salinas repartía, como si se tratara de un patrimonio propio, pero ninguno de los dos mandatarios logró encarcelarlo.

El presidente que estuvo más cerca de enviar a prisión a Salinas fue su sucesor Ernesto Zedillo, quien permitió que la PGR, en ese entonces controlada por el procurador panista Antonio Lozano Gracia, integrara un expediente penal por el delito de peculado al desviar dinero público con la llamada “Partida Secreta”, pero en el Poder Judicial se consideró que esos recursos del pueblo mal empleados sí tenían origen, pero no tenían destino que estuviera explícitamente marcado dentro del presupuesto público federal, de tal manera que los mandatarios en turno podían entregarle el dinero a quien ellos quisieran, según dictaminó el Tribunal judicial, incluida a la familia, amigos y políticos. Fue con ese dictamen judicial como se cerró el proceso penal y Salinas de Gortari volvió a pasear tranquilo por Irlanda en donde aún disfruta de su mansión adquirida con dinero público.

Como comenté en otra columna, ahora es demasiado tarde para que la Fiscalía General de la República, a cargo del doctor Alejandro Gertz Manero, pueda procesar a Salinas de Gortari por el mal uso de dinero público con la “Partida Secreta”, porque se trata de un caso juzgado, además de que ya habría prescrito por tantos años que han transcurrido, pero como dice el presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo menos que el juicio social y el juicio de la historia declaren como culpable a quien primero se robó la Presidencia en las elecciones de 1988 y después abusó del presupuesto público durante los seis años de su gobierno.

La copia de cheques que Aguilar Camín recibió de Los Pinos

Otro de los beneficiarios de esos cheques ordenados por Carlos Salinas desde Los Pinos, es el escritor e historiador Héctor Aguilar Camín, cuyas copias de cheques entregados, así como contratos firmados y mensajes enviados por este intelectual al entonces presidente priista aún conservo y hoy publico algunos de ellos.

Se trata de una serie de cheques por la suma de 3 mil 424 millones 450 mil 200 pesos de aquella época, antes de que le quitaran los tres ceros a la moneda mexicana y con las respectivas devaluaciones correspondientes a unos 30 años.

Los contratos firmados con la Presidencia salinista corresponden al Centro de Investigación Cultural y Científica (CICC) y la empresa Nexos-Sociedad, Ciencia y Literatura, SA de CV, propiedad de Aguilar Camín.

Uno de los muchos recibos demuestra el pago de facturas por adelantado y cobros adicionales por el retraso en la entrega de los trabajados encargados a dicho Centro y a Nexos.

Desde que Salinas de Gortari asumió la Presidencia, Aguilar Camín empezó a sentir los beneficios de su amigo que había llegado a Los Pinos. El 7 de abril de 1989, este intelectual envió un “recibo provisional”, firmado por él mismo, para que los administradores de la “Partida Secreta” le entregaran un cheque por 250 millones de pesos como primer pago “por adelantado”, del estudio “El desafío educativo”, el cual sería realizado en el segundo semestre de ese año por el CICC y la empresa Nexos.

El 27 de agosto de 1990, Aguilar Camín dirige una factura complementaria por 248 millones 220 mil viejos pesos y en una carta le explica a “Don Carlos” porque le pide más dinero. Se trata, dice, que es a causa de la complejidad del propio estudio y por diversos compromisos del Inegi, los investigadores incurrieron en un retraso de seis meses, eventualidad que, según él, le generó costos adicionales por 115 millones 920 mil pesos.

Apenas 10 días después, 6 de septiembre de 1990, Salinas de Gortari usaba dinero público para tener contento a su amigo escritor y a través de la cuenta de Banco Mexicano Somex se ordenaba emitir un cheque por 364 millones 140 mil pesos, más de lo que pedía Aguilar Camín.

El 18 de octubre del mismo año, el intelectual recibía a nombre del CICC otro cheque por 795 millones 880 mil 500 viejos pesos, a cuenta de nuevas investigaciones que, aunque no se habían realizado, ya se las estaban pagando. El recibo respectivo esta firmado por Aguilar Camín y fechado en Los Pinos, Distrito Federal, y lleva el membrete de la Secretaría Privada de la Presidencia de la República, a cargo de Justo Ceja Martínez, el hombre de confianza de los hermanos Carlos y Raúl Salinas.

Un año después, el 5 de septiembre de 1991, le entregaban otro cheque a Nexos por 682 millones 145 mil 500 pesos, como pago complementario de las investigaciones que se habían acordado un año antes. Ese mismo día se presentaba otra factura correspondiente al 50 por ciento del costo de un estudio intitulado “América del Norte: evaluación del desempeño educativo”, por un monto de 150 millones 103 mil 750 pesos.

El 1 de julio de 1992, Nexos entregaba otra factura complementaria por el 50 por ciento adicional, por un monto de 143 millones 577 mil 500 viejos pesos, y 12 días después presentaba una factura más, con la leyenda de “anticipo”, para la supuesta ejecución de un proyecto similar sobre América del Norte, pero esta vez el monto aumentaba a 496 millones 422 mil 500 pesos.

Las facturas y los cheques iban y venían entre Carlos Salinas y Aguilar Camín, y en una tarjeta informativa que enviaba el escritor al presidente el 3 de septiembre de 1993, éste mostraba su abyección: “Presidente, se que no hemos terminado, pero nuestras finanzas, por la misma demora, andan mal. Si pudieras anticiparnos el saldo de la investigación, será una gran ayuda (solidaria)”, y de su puño y letra agregaba: “Un abrazo”.

Como respuesta financiera salvadora para su amigo intelectual, a quien le gustaba tenerlo cerca y contento, el 20 de septiembre de 1993, a un año de terminar su gobierno, Salinas entregaba un nuevo cheque por 542 mil 180.45 pesos, éstos si ya de los nuevos porque para entonces se habían quitado los tres ceros a la moneda.

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