Viernes 24 de junio de 2005

By

El expediente por delitos contra la salud que tiene la Procuraduría General de la República y que apunta directamente a Raúl Salinas de Gortari, contiene 89 testimonios de narcotraficantes, lavadores de dinero, empresarios y personas vinculadas con los cárteles de la droga de México y Colombia, por lo que el nuevo procurador Daniel Cabeza de Vaca tiene que decir si cierra para siempre ese espinoso caso que involucra a políticos, exfuncionarios salinistas y banqueros con el crimen organizado.

Entre esos testimonios destaca la declaración de Carlos Sanin, chofer del narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria, jefe del cártel de Medellín hasta que fue asesinado en 1993, y que según su dicho era el responsable directo de pagar decenas de millones de dólares a Raúl Salinas de Gortari por la protección que éste otorgaba para el aterrizaje de aviones cargados con cocaína procedentes de Colombia.

El interrogatorio realizado a finales de 1977 en Estados Unidos, en donde Sanin fue procesado por los delitos de secuestro y narcotráfico, coincide con otros testimonios de narcotraficantes colombianos y mexicanos en afirmar que Raúl Salinas operaba y dirigía una organización mafiosa para darles protección a los cárteles de las drogas en México.

Carlos Sanin fue enviado a México por instrucciones de Pablo Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha (asesinado en diciembre de 1989), máximos jefes del cártel de Medellín, para realizar directamente los pagos a Raúl Salinas de Gortari, a quien según testimonio también le entregó dinero para la campaña presidencial de su hermano Carlos Salinas de Gortari.

Sin embargo, el trabajo de Sanin se vio interrumpido en septiembre de 1995, cuando fue capturado en Nueva York en momentos en que realizaba otros trabajos para Oscar Villa, narcotraficante de mando intermedio que representó al cártel de Medellín en esa zona de Estados Unidos.

En el interrogatorio que a continuación se reproduce, estuvieron presentes el agente de la DEA, Garry Haff, el abogado del distrito sur de Nueva, York Garry Stein, y el cónsul general de Suiza, Thomas Kalau:

¿Cómo y cuándo se inició en el negocio del narcotráfico?

–Empecé en el año de 1970, en Colombia, como chofer de Pablo Escobar, del cártel de Medellín. Con el coche realizaba entregas de droga y dinero. Iba a los laboratorios entre 1979 y 1892. A finales de 1982 viajé a Nueva York, en donde por recomendación de Escobar trabajé con Oscar Villa. Cobraba y transportaba dinero y drogas. Administraba los depósitos de almacenado secreto. Viajaba de ida y vuelta entre Nueva York y Colombia y mantenía al corriente a Pablo Escobar sobre su filial en Nueva York. Posteriormente fui detenido por las autoridades migratorias de Estados Unidos cuando intenté internarme por Chula Vista, procedente de México. Estuve detenido durante un mes, porque no tenía documentos legales para trabajar. Tuve que pagar una fianza de 2 mil dólares y regresé a Nueva York.
En diciembre de 1987 fui de vacaciones a Colombia y solicité una visa para México, pero las autoridades mexicanas me la negaron. Entonces me dirigí a Pablo Escobar y le pedí que me ayudara para obtener una visa para México. El dijo que me ayudaría a cambio de que le hiciera un gran favor en México. Lo que me pidió es que su contacto en el Distrito Federal, de nombre Galeano, necesitaba un suplente para hacer el trabajo de “El Negro”, apodo que se le daba a toda aquella persona responsable de realizar los pagos de las drogas en México a finales de febrero de 1988.

Fui el responsable de los pagos al político Raúl Salinas de Gortari. Escobar decía que el cártel financiaba los gastos de la campaña de elecciones de Carlos Salinas de Gortari. Una parte del dinero debía fluir a la campaña de elecciones. Escobar me aseguró que durante el tiempo que estuviese en México no tendría problemas con la policía, porque de hecho pagaba dinero para dispensas. Escobar decía que con dichos pagos se perseguían dos metas, por un lado se protegía a Gonzalo Rodríguez Gacha y el manejo de drogas del cártel de Medellín en México; por otra parte, se entregaba dinero para la campaña de las elecciones en México. De acuerdo con Escobar, los gastos se contabilizarían como “champagne”, esta era la palabra clave.
Escobar me consiguió una visa y un pasaporte, y en febrero de 1988, llegué a México. En el puerto aéreo me esperaban dos policías federales, quienes me ayudaron con los trámites aduanales y con las autoridades de inmigración. Me presentaron a dos empleados mexicanos que trabajaban para Rodríguez Gacha, a quienes les llamaban “Lupe” y “Chaparro”. A mi llegada a México me comuniqué desde una caseta telefónica a Colombia con Pablo Escobar, quien me dio instrucciones de llamarle a Houston a “El Brujo” (Alejandro Ramos). Mi encargo fue notificarle cuándo iba a llegar el primer pago.

“El Brujo” era el administrador de la oficina de Rodríguez Gacha en Houston. No sé el nombre de “El Brujo” porque jamás lo traté personalmente, sólo hablé con él por teléfono. Pero por su acento pude darme cuenta de que era colombiano. Cuando hablaba con “El Brujo” me presentaba como el nuevo “Negro”. El me avisaba por ejemplo que la siguiente entrega de dinero por 2.5 millones de dólares llegaría a finales de la próxima semana.
El dinero, me dijo “El Brujo“, lo enviaba “El Abuelo” (apodo que tenía Rodríguez Gacha ) y había que entregárselo a Raúl Salinas de Gortari. Yo debía esperar hasta que el chofer del Kleinlaster, que traía el dinero, me llamase por teléfono, “Chaparro” y “Lupe” me llevaban a un sector de la ciudad de casas construidas en línea, en un arrabal llamado Lomas del Pedregal. Ahí viví durante mi estadía de dos meses en México, en una casa de tres pisos que compartía con “Lupe” y “Chaparro”.

A finales de la semana de febrero de 1988, me habló por teléfono el chofer y me dijo que había llegado a México. Le di la dirección de mi casa y hasta allí llegó para entregarme 2.5 millones de dólares en efectivo en billetes de 100. Después fui a una caseta telefónica y le hablé a Pablo Escobar, quien se comunicaba con Rodríguez Gacha para avisarle que el dinero ya estaba en México. Rodríguez Gacha se comunicaba con Raúl Salinas de Gortari, a quien le daba mi número telefónico.

Posteriormente, Raúl Salinas me llamó y me preguntó que si tenía algo para él. Le contesté que sí y le di la dirección de mi casa. Raúl Salinas me dijo que pasaría en la noche a mi casa para recoger el dinero. A las 10 de la noche un automóvil negro Gran Marquis llegó hasta mi casa. Yo saqué el dinero en dos maletas y Raúl Salinas bajó una de las ventanillas y se presentó sin bajar del automóvil. Las dos maletas las entregué al chofer de Raúl Salinas, quien me dijo que le informara a Rodríguez Gacha que el dinero era en pago por ocho vuelos. Raúl Salinas parecía un hombre de unos 40 años, con bigote y el cabello lacio, ligeramente canoso. El chofer era un poco mayor que yo, como entre 30y 35 años de edad, con bigote y cabello negro.

Raúl Salinas me dijo que ya no iba a poder venir personalmente, porque era un político muy conocido y corría demasiados riesgos. Me dijo que le avisara a Rodríguez Gacha que el dinero lo recogería su chofer. En la segunda ocasión así ocurrió. Raúl Salinas también dijo que si yo tenía algún tipo de problema en México, sólo tenía que informárselo a su chofer por medio de Rodríguez Gacha.
Hablé con Pablo Escobar a Colombia para informarle de la entrega del dinero a Raúl Salinas y que correspondía a ocho vuelos. Escobar me dijo que esperara otras entregas de dinero. El segundo pago ocurrió un mes después, en abril de 1988. Rodríguez Gacha me habló a mi casa y me dijo que le llamara por teléfono a “El Brujo” a Houston. El pago siguiente llevaba la clave “champagne” y era de 700 mil dólares. Este dinero era para la campaña electoral de Carlos Salinas de Gortari.

Me comuniqué con “El Brujo” a Houston y le dije que esperaba el dinero para “champagne”. Me envió el dinero y me reporté con Pablo Escobar a Colombia. El se encargó de que se le llamara a Raúl Salinas de Gortari para recoger el dinero. Pasaron los dos meses de trabajo y Escobar me dijo que podía regresar a Nueva York, que el otro “Negro” me reemplazaría.
En abril de 1988 viajé de México a Tijuana, entre el espacio de motores de un carro crucé la frontera y llegué a Los Angeles, California. De allí me trasladé a Nueva York y volví a trabajar para Oscar Villa, además de hacerme cargo de los negocios de Escobar.

¿Regresó usted alguna vez a México?

–En agosto de 1989 Pablo Escobar me insistió en que regresara a México porque la policía habían detenido a “El Negro” y tuve que volver para reemplazarlo. En septiembre de 1989 Escobar me llamó y me avisó que “El Brujo” ya no trabajaba en la oficina en Houston, había sido sustituido por una persona con el apodo de “Ojitos”. Me comuniqué con él por instrucciones de Pablo Escobar y me dijo que había un nuevo pago por 1.8 millones de dólares para Raúl Salinas de Gortari. El dinero llegó por la misma vía, sólo que venía envuelto diferente, ahora los paquetes estaban cubiertos con papel periódico y cuando los enviaba “El Brujo” los empacaba en dos bolsas de plástico, selladas y con una banda gris. Cada paquete tenía un sello de una bruja en su escoba.

Se volvió a contactar a Raúl Salinas y éste dijo que los 1.8 millones de dólares cubrían seis vuelos de aviones cargados con cocaína. Después de entregar el dinero al chofer de Raúl Salinas, le llamé a Pablo Escobar y él me dio instrucciones de evitar lo más posible salir de la casa y si lo hacía fuera con mucho cuidado. En octubre de 1989, Rodríguez Gacha me habló por teléfono y me dio instrucciones para comunicarme con “Ojitos” a Houston. Así lo hice y me informó que habría otro pago de 1.5 millones de dólares para Raúl Salinas de Gortari. Se hizo la misma operación y Salinas dijo que el dinero cubría cinco vuelos.

Después de esta entrega me comuniqué con Pablo Escobar y le dije que estaba “hasta la coronilla de México”, que me quería regresar a Nueva York. Antes, Escobar me puso en contacto con Rodríguez Gacha y éste me dijo que había un problema en Tampico, que tenía que solucionarlo antes de irme a Nueva York. Gacha me dijo que Raúl Salinas enviaría un representante que me acompañaría Tampico, en donde me podrían en contacto con un comandante, debido a que en la última entrega de un cargamento del cártel de Medellín, que había llegado a Tampico en la pista “La Pesca”, faltaban 20 kilogramos cuando el cargamento llegó a Houston.

Rodríguez Gacha dijo que debía arreglar este asunto con el comandante, porque si se repetía una situación así el cártel ya no utilizaría esa pista de aterrizaje. Me trasladé a Tampico con el enviado de Raúl Salinas y cuando llegamos me pidió que me esperara en el aeropuerto. En ese lapso agentes de la Policía Judicial Federal me exigieron que me identificara y cuando se dieron cuenta que era colombiano me querían interrogar, pero en ese momento llegó el enviado de Raúl Salinas, quien mostró una identificación que contenía un águila dorada. Los dos policías se disculparon y me devolvieron mi pasaporte. El representante de Salinas le pidió a los policías su “walkie talkie” y solicitó un coche azul con vidrios polarizados para transportarnos a Tampico. En Tampico el encuentro con el comandante fue a las 21:00 horas, y éste me informó que ya todo estaba listo para el avión siguiente, con una carga de 700 kilogramos de cocaína. Le reclame la pérdida de los 20 kilogramos en la carga anterior y el comandante me dijo que no sabía nada de eso.

Le advertí al comandante que si volvía a llegar incompleto el cargamento a Houston no volveríamos a utilizar la pista de “La Pesca”. El comandante se comprometió a hablar con su gente y dijo que Raúl Salinas le había dado instrucciones de que se portara bien. El comandante nos informó que tenía mil 500 kilogramos de cocaína que le habían confiscado a otros contrabandistas de drogas colombianos, quienes no habían pagado la protección. De ese cargamento tomaría los 20 kilos y se los aumentaría a los 700 kilogramos del nuevo cargamento que saldría para Houston.

About the Author