Miércoles 15 de junio de 2005

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Raúl Salinas es el símbolo del abuso del poder y de la corrupción. Y por ello las imágenes de su liberación son más un acto de impunidad que una acción de la justicia.

Así, cómo olvidar el gasto desmedido que cometieron los hermanos Carlos y Raúl Salinas de Gortari por miles de millones de pesos de fondos públicos correspondientes a la “partida secreta”, la cual se manejaba discrecionalmente desde Los Pinos y cuyo expediente de investigación ahora está archivado en la Procuraduría General de la República.

Cómo olvidar aquella compra de leche contaminada a través de la empresa Conasupo que fue distribuida entre la población de escasos recursos, cuando Raúl desde un cargo inferior manipulaba esa compañía gubernamental de subsistencias populares. O cómo olvidar las importaciones de maíz apto sólo para el consumo de animales (puercos), pero que fue vendido mediante Conasupo entre las familias más pobres del país.

Cómo olvidar los testimonios de más de 50 testigos protegidos que en su mayoría acusaron al “hermano incómodo” en tribunales de México y de Estados Unidos, de ser el verdadero jefe del crimen organizado en nuestro país y de ser el protector y el conciliador de los cárteles de la droga mexicanos, y ante lo cual, extrañamente, esas escandalosas historias carecen ya de valor ministerial para la PGR, aun cuando en los cinco años del gobierno foxista el combate a la delincuencia organizada tiene sustento en los testimonios de testigos protegidos.

Cómo olvidar el enriquecimiento ilícito que nunca pudo justificar Raúl durante su paso por la administración pública federal y que ocurrió cuando su hermano Carlos ocupó la Presidencia de la República, delito que él mismo declara como falto de ética, según reportó hace unos días el diario Financial Times.

Y más aún, cómo olvidar la enorme maquinación financiera que operó Raúl para ocultar los más de 100 millones de dólares descubiertos en cuentas extranjeras y que, por supuesto, muchas otras cuentas nunca fueron descubiertas.

Pues estas son sólo parte de las muchas historias de corrupción y abuso de poder que ahora Raúl Salinas de Gortari niega y ante los medios se defiende con el argumento de que “la verdad legal es la verdad histórica”; pero se equivoca, porque aunque la verdad legal lo haya absuelto después de 10 años de prisión, ante el juicio de la historia y el juicio de la opinión pública es culpable y eso nada lo podrá cambiar.

La Olvidada Partida Secreta

Raúl Salinas de Gortari apela a la desmemoria, cree que algún día olvidaremos el saqueo del erario que quedó ampliamente documentado en expedientes extranjeros, como las investigaciones integradas por las autoridades judiciales de Suiza, y que después pasaron a las manos corruptas de la PGR, nuestra policía política dedicada a desaparecer las averiguaciones de los “amigos” del régimen en turno.

Pues sí, el viejo caso parece haber quedado impune ante la arbitrariedad de las autoridades mexicanas que han eludido la responsabilidad de continuar con las investigaciones sobre el origen del dinero de Raúl Salinas de Gortari, todavía asegurado en el país helvético y que supera los 100 millones de dólares.

Botín que, por cierto, pronto le será devuelto al “hermano incómodo” pese a que las autoridades suizas documentaron con diversos testimonios y evidencias que éste personaje amasó su fortuna gracias al redituable negocio del tráfico de drogas, del blanqueo de capitales, del enriquecimiento ilícito y del desvío del erario público al recibir fondos de la “partida secreta” durante el mandato de su hermano Carlos.

Hay que recordar aquí que después de que en Suiza se declararon incompetentes para continuar y resolver el caso Salinas, la PGR pidió a ese país que congelara las cuentas millonarias propiedad de Raúl hasta que se cerrara el caso. Ahora, con el terreno allanado para su exoneración total pactada al más alto nivel gubernamental, sólo debemos esperar otra de las buenas noticias del “cambio” y, como por arte de magia, aparecerá la víctima del expresidente Ernesto Zedillo.

Y es que, aunque la PGR integró el expediente SE/028/96-06 con la finalidad de indagar los registros bancarios manejados por Raúl en el extranjero, y su presunta vinculación con las cuentas manejadas desde Los Pinos, obviamente con jugosas aportaciones de la ya desaparecida “partida secreta” del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos, pronto se sabrá que las acusaciones no tuvieron sustento.

Pues resulta que la maquinaria de la impunidad promovida desde Los Pinos, ha trabajado para limpiar los amplios expedientes de corrupción, además de la acusación de la autoría intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, que mantuvo por 10 años en prisión al inocente Raúl.

Y es que en la última etapa de la investigación por peculado, a cargo de la ex subprocuradora María de la Luz Lima Malvido, el expediente fue borrado de los archivos de la PGR y al parecer, nunca nos enteraremos de cómo se integró dicho legajo.

“La unidad administrativa competente para contar con dicha información ha verificado en sus archivos que no cuenta con la información en comento (expediente SE/028/96-06), por haber sido consignada ante un juez federal”, señalan sin ningún pudor las autoridades de la PGR a través del Instituto Federal de Acceso a la Información.

Así, la indagación que supuestamente le fincaría responsabilidades a Raúl Salinas de Gortari por varios delitos, entre ellos lavado de dinero y peculado, no sólo ha desparecido de la Procuraduría General de la República, sino que permanece en la indefinición jurídica, pese a que fue consignada el 12 de julio de 2002 ante el Juzgado Décimo de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, bajo el número de causa 54/02.

Y al parecer, antes de que concluya el sexenio foxista, es decir a más tardar dentro de un año, Raúl Salinas de Gortari volverá a mostrar las manos (recién lavadas por el gobierno del cambio) ante los reflectores de los medios de comunicación, y soñará el día en que los mexicanos, todos, nos indignemos por la injusticia que se ha cometido en su caso, como ya lo hizo al pasar un fin de semana más en la cárcel, según esto por falta de dinero para pagar la fianza.

Otro caso que seguramente ya habrá desaparecido de los archivos de la PGR es el que supuestamente se le siguió al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, también acusado por la dependencia, ahora a cargo de Daniel Cabeza de Vaca, por el delito de peculado cometido durante su administración y que también tuvo que ver con el manejo irregular de los recursos de la famosa “partida secreta”.

Una Historia de Narcos

El asesor financiero y contable del cártel de Cali, Colombia, el chileno Guillermo Palomari, quien se entregó a la justicia estadounidense en 1995 bajo el Programa de Protección a Testigos de ese país y recibió el nombre clave de “Gusta”, declaró que Raúl Salinas de Gortari fue el intermediario entre 1990 y 1992 para entregar 80 millones de dólares producto del narcotráfico, a funcionarios públicos y jefes policiacos, entre lo que estaba, según su declaración jurada de Palomari, el expresidente Carlos Salinas de Gortari, y a cambio recibían protección a los cargamentos de droga procedente de Colombia y que cruzaban por territorio nacional en asociación con la banda de Amado Carrillo Fuentes.

Ese testigo protegido fue interrogado el 19 de noviembre de 1997, y en su declaración firmada asegura que Raúl Salinas realizaba las gestiones necesarias ante jueces y policías para lograr sentencias mínimas a miembros de la banda que dirigía el colombiano Miguel Rodríguez Orejuela y también para que los cargamentos de cocaína incautados por las corporaciones policíacas mexicanas les fueran devueltos.

Expertos en lavar el dinero del narcotráfico colombiano, Palomari cuenta que el cártel de Cali destinaba entre 3 y 5 millones de dólares para corromper en México a senadores, gobernadores, jefes policíacos y a los hermanos Carlos y Raúl Salinas de Gortari, este último apodado en el cártel de Cali como “El Chupasangre”.

“Por ejemplo, en enero de 1994, Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos, le debía al cártel de Cali 30 millones de dólares por 15 toneladas de cocaína, cuando necesitaron aviones para transportar la droga desde Colombia a México. Durante dichos movimientos, Amado Carrillo Fuentes pagó en efectivo por la carga que había recibido. Dichos aviones volaron entre enero y marzo de 1994. De estos 30 millones, estando de acuerdo Miguel Rodríguez Orejuela, Amado Carrillo Fuentes tomó 3 millones de dólares para pagarle a Raúl salinas de Gortari, y otro millón de dólares para (miembros de) el Congreso mexicano.

“Como asistente personal de Rodríguez Orejuela, tuve que contabilizar correspondientemente las cantidades suministradas de 3 millones de dólares para Raúl Salinas de Gortari y el millón para el Congreso”, informó Palomari en una declaración de varias horas y que por su extensión es imposible reproducir por falta de espacio.

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