Las declaraciones del exvocero presidencial Rubén Aguilar cayeron en pleno invierno como un balde de agua fría en Los Pinos. Quien fuera vocero de Vicente Fox sugirió hace varias semanas al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, que la única forma de reducir la intensa violencia en todo el país era “negociar” con el crimen organizado y los cárteles de la droga, pues de lo contrario no había salida ni solución alguna ante el incremento de crímenes, secuestros y asaltos que agobian al país.
Aunque para algunos analistas y expertos en la materia no es tan descabellada esta propuesta que hizo el polémico exvocero presidencial, pues esto se ha hecho prácticamente en todos los gobiernos priístas y panistas, lo que ha provocado una desenfrenada corrupción en el gobierno federal, lo cierto es que se da en un momento en que el gobierno calderonista se decidió a llevar a cabo una discreta pero intensa indagatoria sobre el supuesto involucramiento del narcotráfico en la muerte de 15 personas, entre ellas el exsecretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en el desplome del Learjet 45 a principios de noviembre pasado.
El otro problema que presenta la sugerencia de uno de los hombres más cercanos a Fox, es la confirmación tácita de que en el gobierno panista del sexenio anterior las autoridades vinculadas a combatir el tráfico de drogas hacia Estados Unidos habrían también pactado con bandas del narcotráfico para mantener una “tranquilidad chicha” en el país. La pregunta es quién fue el encargado por Vicente Fox para negociar con el crimen organizado y esto lo debe saber Aguilar.
Pero volvamos a la nueva investigación que, por lo menos entre la familia de Juan Camilo Mouriño y las personas más cercanas a ésta, no hay duda de que fue el narcotráfico el que habría provocado la caída del Learjet 45.
Así, en absoluta reserva, la administración de Felipe Calderón Hinojosa mantiene abierta una línea de investigación en contra del narcotraficante Ismael Zambada García, alias El Mayo, por su presunta responsabilidad en la caída del Learjeat 45 que el 4 de noviembre de 2008, le costó la vida al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y de 14 personas más.
De acuerdo con fuentes cercanas a la indagatoria, el líder del Cártel del Pacífico habría perpetrado este atentado como respuesta a la detención de su hermano y mano derecha en la organización criminal, Jesús Reynaldo Zambada García, alias El Rey, ocurrida el 22 de octubre del año pasado.
La línea de investigación se habría abierto luego de que el presidente de México y amigo de Mouriño tuviera en sus manos los primeros reportes del “accidente”, el mismo 4 de noviembre. Dichos informes revelarían, entre otras cosas, que el controlador de tránsito aéreo adscrito al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), Carlos Jiménez Martínez, habría mantenido comunicación permanente con el Learjet 45, matrícula XCDMC.
Las fuentes consultadas, que por temor a represalias han solicitado el anonimato, indican que las autoridades de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) fueron informadas de los riesgos del vuelo desde que se estableció el intercambio informativo entre el controlador y la aeronave.
Explican que la estrecha comunicación se debería a que el controlador no hablaba con el capitán Julio César Ramírez Dávalos o con el copiloto Álvaro Sánchez, sino con la sobrecargo Gisell Carillo: ella era la única persona consciente (los demás tripulantes y pasajeros estaban anestesiados) que estaba al mando de la aeronave y en consecuencia recibía indicaciones de la torre de control de cómo aterrizar la aeronave.
Según los avances de la indagatoria, los tripulantes y los funcionarios, entre quienes viajaba también el exfiscal antidrogas José Luis Santiago Vasconcelos, habrían perdido el conocimiento aproximadamente a los 20 minutos de despegar del aeropuerto de San Luis Potosí.
Después de ocurrido el fatal desplome, el controlador Carlos Jiménez Martínez fue interrogado por funcionarios de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, dependiente de la SCT; luego se le “autorizó tomarse unos días de descanso para recuperarse de la impresión y se le prohibió establecer contacto con los medios de comunicación y su sindicato, para no entorpecer la investigación”, aseguró Ángel Iturbe, secretario de Trabajo y Conflictos del Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo, al diario La Jornada (6 de noviembre de 2008).
La línea de investigación –basada en el testimonio del controlador de tránsito aéreo del AICM y en todas las evidencias recolectadas en el lugar del siniestro, incluidas las cajas negras– apunta que los pilotos y servidores públicos habrían perdido el conocimiento tras injerir algún tipo de droga, aún no identificada, contenida en los líquidos y alimentos que se consumieron al iniciar el viaje.
Los informantes consultados aseguran que la caja negra del Learjet que registró las voces de los tripulantes y de los funcionarios contiene el diálogo entre el controlador y la sobrecargo, y los gritos de esta última cuando pierde el control de la aeronave. Con ello, dicen, queda confirmada la versión de que sólo la azafata estaba lúcida y despierta al momento de la caída.
Respecto de la transcripción que el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Tellez, hizo pública el 14 de noviembre y cuyo audio nunca se dio a conocer por “respeto a las familias de los deudos” –en la que el piloto y el copiloto supuestamente se sorprenden de las condiciones de vuelo (piloto: Órale, la turbulencia de éste –aludiendo al Boeing de Mexicana que lo precedía– / copiloto: ¡Ay güey! / piloto: ¡Ay cabrón!), las fuentes cercanas a la familia Mouriño indican que es falaz.
Detallan que entre las evidencias recolectadas por funcionarios de la SCT en el lugar del percance –Monte Pelvoux y Ferrocarril de Cuernavaca, en la colonia Lomas de Chapultepec, zona de la que estuvieron a cargo desde que el avión se impactó con un edificio– se encontrarían restos del explosivo plástico de uso militar denominado C-4, decenas de armas y cientos de cartuchos. La hipótesis al respecto es que con éstos se aseguraría la explosión de la aeronave al momento de tocar tierra, aún si hubiera tenido un aterrizaje exitoso.
Además de El Mayo, investigan a militares
De acuerdo con las fuentes consultadas, El Mayo Zambada ha perpetrado varios crímenes, por mano propia o por terceros, para vengarse de sucesos que afectan a su estructura delincuencial o a su familia. Por ello, indican, el supuesto móvil del narcotraficante de 61 años sería muy simple: “Tú, presidente, me quitas a mi hermano, yo te quito al tuyo, tu mano derecha”.
El mensaje que habría enviado El Mayo Zambada no sería para un secretario en ascenso que combatía a la delincuencia organizada, sino para quien debería gobernar al país: el control de México no está en manos de Felipe Calderón ni de su gabinete, está en manos del poder fáctico del narcotráfico, que ha infiltrado las instituciones gubernamentales en todos sus niveles, incluido el al Ejército Mexicano.
Por esta razón, la línea de investigación no sólo se ciñe a El Mayo Zambada, sino que abarca a los elementos de las Fuerzas Federales y del Estado Mayor Presidencial, quienes tenían a su cargo la vigilancia del Learjet durante su estancia en el aeropuerto internacional Ponciano Arriaga, de San Luis Potosí.
Según las fuentes, se siguen dos hipótesis: una, que los militares se corrompieron para permitir la entrada de personas ajenas a la seguridad del secretario Mouriño; dos, que ellos mismos armaron el sabotaje.
Otros responsables –aunque no se ha establecido si lo son por comisión u omisión– serían los funcionarios del Centro de Investigación y Seguridad Nacional que también se encargaban de resguardar la seguridad personal de su entonces jefe.
Juan Camilo Mouriño, además de ser amigo de Felipe Calderón, se perfilaba como el alfil de éste para las elecciones de 2012. Según los cálculos que se hacían desde Los Pinos, el joven secretario de Gobernación podría aspirar a la Presidencia, toda vez que para entonces a los mexicanos se nos “olvidarían” los contratos que firmó con Pemex en su dualidad de funcionario y empresario, así como su nacionalidad española.
Captura de El Rey, un error
Los informantes también aseguran que la detención de Jesús Reynaldo Zambada se debió a un error. El operativo que llevó a su captura buscaba capos de menor rango, pero coincidió con la estadía de El Rey en una casa de seguridad ubicada en la colonia Lindavista. La identificación de éste se daría varias horas después de su aprehensión.
Además, dicho operativo no se habría derivado de una investigación, sino de una filtración obtenida del estadunidense Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie, principal pistolero de Arturo Beltrán Leyva y quien se encuentra recluido en el Campo Militar Número 1, de la ciudad de México.
Según el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, El Rey encabezaba uno de los cuatro grupos directivos del cártel de Sinaloa. El hombre de 47 años y originario de Culiacán, se ocupaba de la importación de cocaína y precursores para producir metanfetaminas llegadas de Sudamérica a través del AICM y del trasiego de éstos en el valle de México, en los estados costeros del Pacífico, en el centro y sur del país.
Tras su detención, Medina Mora también aseguró que Reynaldo Zambada está vinculado a los recientes enfrentamientos contra integrantes del cártel del Golfo por el control de las plazas.
Aunque las evidencias en contra de El Mayo son consideradas sólidas por los informantes, éstos aclaran que los resultados de la pesquisa nunca se darán a conocer, sobre todo por las implicaciones políticas no sólo en el ámbito nacional sino sobre todo internacional. Lo interesante –como ya observaba la columna Bajo reserva, de El Universal, el pasado 31 de diciembre– serán las conclusiones a las que lleguen las autoridades estadunidenses.
Bajo reserva recordó que en breve se debería informar los resultados de las pruebas que supuestamente se hicieron en el túnel de viento que existe en la NASA en Estados Unidos, para saber si el avión en el que viajaban Mouriño y Santiago Vasconcelos verdaderamente cayó por la estela de turbulencia que generó el Boeing 767 de Mexicana, que le antecedía en la ruta de aproximación al AICM.
Acerca de la presencia de Santiago Vasconcelos en la aeronave y las amenazas que habría recibido antes de fallecer, los informantes aseguran que hasta el 3 de noviembre era impensable que el exfiscal abordara la aeronave, pues el plan de vuelo ya tenía contemplados a los funcionarios que viajarían con el secretario de Gobernación. Por ello, descartan que el atentado también se hubiera dirigido a él.