Consumado el fraude electoral, avalado por un Tribunal Electoral sumiso, cómplice y vendido, el presidente electo Felipe Calderón Hinojosa decidió la semana pasada visitar la residencia oficial de Los Pinos en busca de algún apoyo, pues el repudio generalizado a esa designación en todo el país lo mantiene nervioso, titubeante y con miedo. Pero las razones del temor de Calderón no son menores: el tejido social se ha roto y con ello se genera una peligrosa confrontación entre pobres y ricos; se exacerban las condiciones de miseria en que viven la mayoría de los mexicanos; los grupos armados buscan unificarse en una sola guerrilla lista para enfrentar a grupos políticos y económicos; se crea un vacío de poder en donde la delincuencia organizada (narcotráfico) actúa sin respuesta alguna del gobierno federal; los medios de comunicación hoy más que nunca esperan su pedazo del pastel presupuestal que les corresponde por su entrega, y el país entero se dispone a vivir un sexenio que difícilmente olvidaremos.
En esa visita de Calderón a Los Pinos, su todavía inquilino Vicente Fox se dio tiempo para darle un paseo por los jardines y las residencias que conforman esa casa presidencial. De pronto, Fox detuvo su andar frente a las dos cabañas, aquellas construidas a capricho de la primera dama Marta Sahagún, y le hizo prometer al presidente electo que olvidaría, que no hurgaría la forma cómo se construyeron ni el costo que ello había significado pagar de los impuestos de los mexicanos y, por el contrario, le sugirió a Calderón aprovecharlas para vivir felizmente con su esposa Margarita Zavala, porque las cabañitas habían sido construidas como un “lecho de amor” ideal para la pareja presidencial, por supuesto a capricho de la primera dama.
Sorprendido por la petición, Calderón levantó la cabeza al cielo y miró fijamente a Fox tratando se entender lo que decía, pues el vocero-traductor se había quedado lejos del recorrido. Pero en un acto de lucidez, el presidente de la República se dio cuenta que Calderón no había entendido nada y fue más directo en su petición: hace cinco años, cuando la prensa (una investigación de la reportera Anabel Hernández) dio a conocer el “toallagate”, pedí a Francio Barrio (secretario de la Contraloría) que hiciera una auditoría a las obras de remodelación de Los Pinos, con el propósito de entregar esa información a nuestros amigos de las televisoras y demostrar que no había corrupción, pero resulta que todas las obras que ordenamos Martita y yo estuvieron mal por el pequeño detalle de que no se hizo licitación alguna y que porque yo designé a mi amigo el arquitecto Humberto Artigas para hacer las remodelaciones, y dice la Contraloría que eso está prohibido por la ley. Además, todo lo que ordenó Marta de compra de muebles y enseres domésticos estuvieron muy caros y que la tienda nos envió otras cosas que nadie pidió y también se le pagaron. Bueno, el problema es que esa auditoría de la Contraloría, todavía me acuerdo de su número, la 2015 (expediente que ha sido reservado por 12 años), debe de seguir guardada en la Secretaría de la Función pública y por ningún motivo vayas a esculcar allí.
Sin entender aún, Felipe Calderón, el presidente electo de la derecha y de los panistas, nunca dio un sí, nunca dio un no. La pareja siguió caminando y olvidó entre los pinos de la casa presidencial que hay documentos confidenciales de la Secretaría de la Contraloría, elaborados en junio de 2001, que revelan todas las violaciones, fraudes y daños patrimoniales cometidos al asignar contratos directos a los amigos contratistas de Fox para realizar obras, servicios y bienes en Los Pinos, lo cual causó, según los documentos oficiales, irregularidades en el manejo presupuestal por casi 70 millones de pesos.
Pero eso, seguramente, no le interesa a Felipe Calderón, quien lo único que pensaba cuando caminaba al lado del presidente de la República entre los jardines de pinos era cómo mejorar las obras (en las cabañas) que Fox le había heredado.
Los amigos de Felipe
Listo para ocupar el mismo espacio que tenía Vicente Fox en Los Pinos y sentarse en la misma silla presidencial, Felipe Calderón Hinojosa sigue analizando quienes de sus muchos amigos panistas y neopanistas ocuparan un cargo en su gabinete. Entre ellos, por supuesto, figuran quienes traicionaron a Fox y se sumaron sin su consentimiento a la campaña de Felipe; también los hay quienes compartieron parrandas, juegos y desvelos con el chaparrito, peloncito y de lentes; otros son simplemente partidarios de la religión; unos más, con mayor compromiso ideológico, impulsores de el Yunque; algunos simplemente comparten con Calderón su conservadurismo y su militancia en la derecha; otros son priístas resentidos y acomodaticios; algún perredista acostumbrado a la traición aceptará el cargo y los reproches, cualquier cosa por vivir del presupuesto; también habrá algún panista de convicción y de respeto, aunque de éstos se han muerto casi todos.
Pues de ese amplio grupo-político que tratará de gobernar el país, hoy sólo nos referiremos al segmento de aquellos que acompañaron a Feli-pillo en las parrandas, juegos y hasta sorteos pero, eso sí, que quede claro que se trata del grupo más cercano al presidente electo:
Juan Camilo Mouriño Terrazo
Nació en Madrid, España, el 1 de agosto de 1971. A los 18 años adoptó la nacionalidad mexicana. Tiene dos hermanos, Carlos y María de los Ángeles. A mediados de los 80 estuvo secuestrado una semana. Su padre es Carlos Mouriño Atanés, empresario que tiene 35 gasolineras en Campeche, Yucatán, Tabasco, Chiapas y Quintana Roo. Nació el 4 de marzo de 1943. Fue presidente del equipo de fútbol Celta de Vigo y actualmente es dueño del equipo Racing de Santander.
Mouriño Atanés llegó a México en 1978 y creó el Grupo Energético del Sureste. Ha sido consejero en Campeche de Banamex, Banca Serfin e Inverlat. Participa en negocios de franquicias de Burguer King, Benedetti´s, Church´s Chicken, Baskin Robbins, Tintorerías Max y tiendas de conveniencia GES Express.
Juan Camilo ingresó a la política en 1997 cuando compitió como diputado local por el PAN en el V Distrito y a los 26 años se convirtió en el legislador más joven de esa legislatura. En el 2000 y por la vía plurinominal llegó a San Lázaro como diputado federal en la 58 legislatura.
Su padre fue coordinador de los Amigos de Fox en Campeche, por lo que Juan Camilo participó activamente en la campaña presidencial del panista. Tiene 35 años de edad y es un especialista en temas económicos. Estudió economía en la universidad de Tampa, Estados Unidos.
Es el hombre más cercano a Felipe Calderón, a quien conoció como secretario general del CEN del PAN en 1996. Después, Calderón lo incluyó en la listas como diputado plurinominal en la Legislatura LVI.
Fue presidente de la Comisión de Energía en la Cámara de Diputados en la primera mitad del sexenio. Impulsó desde este puesto la reforma al marco legal del artículo 27 constitucional, se dice que para beneficiar a algunas empresas eléctricas.
Subsecretario de Electricidad en la Sener. Eficiente cabildero pero mal cerrador de temas. En la discusión por los costos del gas para la generación de electricidad se enfrentó a Alfredo Elías Ayub y dio la razón a empresas como Unión Fenosa, EDF y TransAlta.
Como funcionario de la Secretaría de Energía trabajó en favor de apertura y desregulación del sector. Fue el último en renunciar a ese dependencia a la salida de Calderón.
Por lo anterior, Felipe piensa en él para ocupar la Oficina de la Presidencia de la República o simplemente a las entidades en dónde se pueda hacer más negocios: Secretaría de Energía o Petróleos Mexicanos.
Ernesto Cordero
En de bajo perfil en la opinión pública y en el primer círculo de Felipe Calderón se cree que puede ser el Ramón Muñoz del nuevo gobierno, con todo y los contratos que éste hizo al amparo de su cargo, pues según los panistas le reconocen como la pieza estratégica y materia gris. En la Secretaría de Energía diseñó la política y la estructuración de diseños y planes de la dependencia.
Se le ubica como un hombre despistado y egocéntrico; un economista eficiente y meticuloso que en ocasiones descontrola a sus allegados a la hora de concretar propuestas, pues es poco convincente en sus planes que nunca dan resultado.
Por lo anterior tiene problemas para ser certero en sus análisis, además de no tener liderazgo entre los cuadros cercanos a Calderón.
A pesar de esos defectos fue subsecretario de Planeación Energética en la Secretaría de Energía, en donde fue incapaz de promover cambios de fondo, que esa era su responsabilidad. Cuando salió de esta dependencia su frase más recordada en la opinión pública fue: “pero vamos a regresar como secretarios”, y parece que la va a cumplir.
Su cargo estará muy cerca de la oficina presidencial y aunque es parte del primer círculo de Felipe Calderón, le falta madurez, consistencia y el liderazgo que dicen que sí tiene Juan Camilo Mouriño.
El desconocido Ernesto Cordero está actualmente a cargo del “plan económico del nuevo gobierno”, pero al interior del equipo de Felipe Calderón se le reconoce su alto compromiso con el panismo.
Su talento es tal que le apodan Mr. Bean y Jhonny English, porque no le teme a nada…y no conoce nada.
Renunció a la Secretaría de Energía el mismo día que Calderón y, seguramente lo hará si éste no termina su mandato por la grave crisis social que se avecina. Su salida de Energía fue tan estrepitosa que no tuvo tiempo de entregar la oficina, lo cual nadie notó, pues en dos horas se despidió de los empresarios que están en el sector. En su currículum se dice que fue coordinador general de asesoría y enlace en Nafin.
Alejandra Sota
Su cercanía a Calderón es tal que se le conoce como la guardaespaldas del presidente electo y, por ello, dicen los panistas que es la de mayor capacidad de administración que hay en el equipo, lo que significa que podría encargarse de administrar Los Pinos y allí seguramente se encontrará las corruptelas ordenadas por Vicente Fox para remodelar las residencia oficial.
Es pragmática y actualmente es el vínculo que tiene Calderón con la prensa extranjera, de lo cual hace un análisis semanal, pero sólo de las “buenas noticias”. Puede trabajar temas relacionados con política, pero siempre está relacionado con las cuentas por cobrar y pagar, lo que le permitió ser oficial mayor en Energía en el brece paso de Calderón por allí, así que casi nada pudo hacer en beneficio económico de la causa calderonista.
Sota es egresada del ITAM, en donde estudió Ciencias Políticas, y fue directora de Investigación y Análisis Político del CEN del PAN.
Max Gortázar
Dos frases lo definen: “no amigo, así no” y “Felipe dice-piensa-cree que”, lo que le ha ganado la confianza de Calderón. Formado en la iniciativa privada ha sido representante de cantantes y actrices, es decir se mueve bien en la farándula, esa en donde Calderón también es un experto. En su currículum está por ejemplo el cantante Cristian Castro. Pero ese perfil intelectual no lo es todo, también tiene negocios relacionados con música y fiestas.
Por su cercanía a Calderón es considerado como inamovible de la vocería de la Presidencia de la República, en donde se cree que sí podrá con la enorme responsabilidad profesional con que actuó Rubén Aguilar. Pero también hará el trabajo de publirrelacionista de Feli-pillo, pues considera que Cristian Castro y Calderón tienen el mismo perfil.
Max, como le dicen sus amigos de la farándula, tiene más cualidades, es amante de las cartas, desmentidos, aclaraciones y explicaciones no pedidas en los medios de comunicación, lo que le hace llenar por completo el espacio de vocero del presidente, y le gusta colocar a su líder, a su jefe, como parte indispensable del debate.
Es altamente pragmático y considera a la televisión y a la radio como imprescindibles para gobernar (¿en dónde he escuchado eso?), y su capacidad de trabajo es tal que puede demostrar desacuerdos con los reporteros incluso antes de las 7 de la mañana.
César Nava
Abogado de la escuela Libre de Derecho, en donde su actual rector es Ignacio Morales Lechuga, es una de las figuras más comprometidas con el grupo de Calderón. Formado en el debate panista, fue diputado y director jurídico de la Sener y de Pemex, desde donde tuvo contacto con los pillos Bribiesca Sahagún. Fue quien balconeó en la prensa el acuerdo entre Pemex y el sindicato petrolero, y participó activamente en la renuncia de Raúl Muñoz Leos de Pemex.
Es el enlace del grupo con el PAN y el principal vocero en la lucha post electoral, de tal forma que es la referencia político legal del grupo. Está enlazado con Juan Molinar y es menor de 35 años.
Para él se menciona como posible procurador general de la República o simplemente como director general de Pemex, pues conoce a fondo lo negocios que allí se pueden hacer en el nuevo gobierno.
Javier Salazar
Su mayor mérito es ser hijo del secretario del Trabajo, ese que ha causado la grave confrontación con el sindicato minero, y actualmente es presidente de la Comisión Reguladora de Energía. Fue presidente de la Comisión de Energía y logró el cambio en el régimen fiscal de Pemex. Es ingeniero y es de los pocos legisladores que logró consensos con el PRD. Salazar es un tecnócrata con habilidades políticas y su único mérito es estar enfrentado con el secretario de Hacienda, Francisco Gil, ante quien defendió más que nadie algunos cambios y está convencido de que la autonomía de gestión en las paraestatales es inminente. Promotor de la candidatura de Calderón estuvo en un bando diferente al de su padre que estaba haciendo campaña por Santiago Creel. Es un líder político reconocido en San Luis Potosí.