El gobierno de Vicente Fox se prepara para dejar la Presidencia de la República y en el mayor de los sigilos borra y cierra expedientes que involucran a servidores públicos de su administración en diversas irregularidades; modifica normas, reglamentos y leyes en busca de protección; para algunos funcionarios ha sido necesario renunciar en busca del fuero del Congreso que les dé salvoconductos a la impunidad y, sobre todo, tratan de cubrirse ante la eventual posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador gane las elecciones del próximo 2 de julio, lo cual pone nerviosos a más de un foxista.
En ese marco del miedo y la paranoia por los múltiples errores y abusos cometidos en el actual sexenio, otros funcionarios tratan de cobrar las últimas facturas económicamente y de venganzas personales, mientras que unos más ilusionados por su “buena gestión” albergan el sueño de repetir en el próximo gobierno sin importar quien gane la Presidencia de la República, y para ello trabajan con afán y preparan esquemas administrativos que según ellos los hace “necesarios”.
Así, en la principal empresa del Estado y pilar de las finanzas públicas, Petróleos Mexicanos, su director general Luis Ramírez Corzo elaboró por instrucciones de Los Pinos un proyecto conocido como SUMA y que altera toda la estructura administrativa y operativa de la empresa con el propósito de imponer un nuevo modelo de propiedad privada en Pemex al próximo gobierno federal y que, por si fuera poco, le garantice a Ramírez Corzo y su equipo continuar al frente de la paraestatal, en una especie de autonomía de gestión e independencia del Congreso y de la propia Presidencia de la República.
Esta investigación periodística de Ana Lilia Pérez y publicado en el último número de la revista Contralínea, se sustenta en el mismo documento “SUMA por un solo Pemex” y en entrevistas con algunos de los directivos de la paraestatal que estuvieron involucrados en la elaboración del proyecto y que reconocen los intereses extranjeros, principalmente de empresas petroleras de Estados Unidos, para que se privatice la producción del petróleo mexicano y puedan éstas tener participación de las reservas de crudo en todo el territorio nacional.
La amplia información de la reportera sostiene que desde noviembre pasado, mediante un proyecto que sólo un reducido grupo de ejecutivos de Pemex conoce, el director general Luis Ramírez Corzo organiza sin aprobación del Congreso ni del Consejo de Administración de la paraestatal la nueva estructura con la que pretende operar durante el próximo sexenio y busca garantizar desde ahora los puestos clave en su administración.
Este proyecto SUMA establece en su planteamiento general la concentración de poder y de decisión en una sola dirección general que manejaría el mismo Ramírez Corzo. Es decir, una reestructuración completa de la empresa que elimina la figura legal y jurídica de todas las subsidiarias y filiales junto con su estructura directiva, sus comisarios, especialistas, órganos de vigilancia, división operativa y portafolios interno de negocios para que, de esta manera, la dirección corporativa de Pemex sea la que tome las subsidiarias y filiales bajo su mando, incluido también el Instituto Mexicano del Petróleo.
Basado en un esquema de modelo matricial, de acuerdo con el proyecto, la reestructuración fue iniciada en octubre del año pasado y concluirá hacia el 2007, es decir, su operación trascendería el gobierno foxista y sea quien sea el que gane la Presidencia de la República el próximo sexenio habría continuidad en la búsqueda de privatizar Pemex.
El proyecto implica la modificación a la Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos, al Contrato Colectivo de Trabajo -firmado entre la empresa y el sindicato petrolero– y resta atribuciones al Consejo de Administración de Pemex, pues el esquema plantea que sea el director general junto con un cuerpo de gobierno interno, quien tenga la última palabra, sobre todo en el portafolios de negocios de Pemex, y que se incluya la participación de empresarios (como ya se había intentado fallidamente en el pasado por ser violatorio de la Constitución) como consejeros independientes.
Durante las últimas semanas, a manera de cabildeo, públicamente Ramírez Corzo ha manifestado que para llevar a Pemex a la modernidad se debe integrar a sus subsidiarias en “un solo Pemex” y abrirlo “de manera inteligente” hacia la inversión privada; y aunque oficialmente el modelo apenas estaría en diseño, la verdad es que desde finales del 2005 se han ejecutado al interior de la paraestatal medidas gerenciales y administrativas que atienden a los intereses del mismo proyecto SUMA, con lo cual se confirma que esa reestructuración ya se inició sin autorización del Congreso y, sobre todo, a espaldas de los mexicanos.
El informe ejecutivo del SUMA, cuya copia está en poder de la reportera, cita que el diseño del modelo principió desde 2004 “a través de un equipo formado por ejecutivos del más alto nivel, en representación de todas las Direcciones Corporativas y Organismos Subsidiarios”.
El plan general del proyecto está calendarizado de octubre de 2005, con la “Inicialización del Programa”, y hasta enero de 2007 con el “Despliegue en Organismos”.
Dicho esquema, revelan funcionarios de la paraestatal que participaron en su diseño, responde a indicaciones que le habrían dado a Ramírez Corzo desde Estados Unidos las empresas transnacionales, con el propósito de agilizar las gestiones necesarias para poder explorar y explotar crudo en México sin oposición alguna, más allá de los contratos de obra, arrendamiento y aun sobre los famosos Contratos de Servicios Múltiples -con los cuales se beneficiaron principalmente empresas de origen estadounidense- que les otorgó el mismo Ramírez Corzo cuando se desempeñó como titular de Pemex Exploración y Producción y ahora como director general de la paraestatal.
Las mismas fuentes señalan que el proyecto SUMA es la factura que paga Ramírez Corzo al gobierno de Estados Unidos porque éste lo impuso ante el presidente Vicente Fox para sustituir a Raúl Muñoz Leos, aun cuando la llamada pareja presidencial había elegido como sustituto a Juan Bueno Torio, quien se desempeñaba como director general de Refinación y era el elegido por Marta Sahagún para dirigir los destinos de la paraestatal y poder, así, continuar sugiriendo negocios con empresas privadas recomendadas desde Los Pinos en beneficio de los hermanos Bribiesca Sahagún.
Asegurar el crudo para EU
El interés de Estados Unidos en la aplicación de este proyecto petrolero transexenal es asegurarse también el abasto de crudo para los próximos años ante la crisis que enfrenta el mercado por los elevados precios. Y es que los primeros pasos del SUMA se dan en un contexto en el que la petrolera mexicana se convirtió en el segundo abastecedor de crudo a nivel mundial para Estados Unidos, sólo por debajo de Canadá.
De acuerdo con la investigación de la reportera Ana Lilia Pérez, el Departamento de Comercio (DOC) de Estados Unidos ha reportado que durante 2005 Pemex se ubicó como el segundo abastecedor de petróleo del mundo para ese país, y este nivel se ha mantenido a grado tal que durante el primer trimestre de 2006, México obtuvo ingresos por 2 mil 462 millones de dólares por ventas de crudo a Estados Unidos, y lo convirtió en el principal receptor de divisas entre los abastecedores de crudo a ese país.
El esquema del Proyecto SUMA se explica en siete capítulos y una introducción: “Modelo de Administración por Procesos, Estrategia para la Implementación de SUMA, Actividades de gobierno, Actividades de proceso, Actividades de Soporte y Monitoreo, y Organización”.
El documento establece que el proyecto para “la modernización de Pemex” se diseñó porque “la Dirección General y el Corporativo son responsables de la modernización de PEMEX”.
Actualmente Pemex se divide en un corporativo, cuatro subsidiarias (Pemex Refinación, Pemex Exploración y Producción, Pemex Gas y Petroquímica Básica, Pemex Petroquímica) y como filial de Petróleos Mexicanos: Pemex Internacional (PMI) y las filiales de Pemex Petroquímica: Pajaritos, Morelos, Escolín, Cosoleacaque, Cangrejera, Camargo, Tula.
Cada una de estas áreas es manejada por sus propios directivos y personal tanto administrativo como operativo, especializados en los trabajos de cada una de las divisiones.
El modelo privatizador de Ramírez Corzo plantea eliminar la parte especializada de cada subsidiaria, dejar la parte administrativa, pero que ésta sea manejada por la estructura corporativa; es decir, por administradores y gerentes. Que sean las direcciones corporativas las que tomen bajo su mando a toda la paraestatal. Dichas direcciones están formadas por funcionarios, personal de confianza designado por el director de Pemex y con niveles del 39 al 45, es decir, con los ingresos más altos de la paraestatal.
Así, el esquema pretende convertir a Pemex en una estructura de funcionarios que administren contratos y manejen un portafolios de proyectos de inversión sobre todas las áreas operativas de Pemex, en los que sólo el director general y los directores corporativos puedan decidir e incluso definir como “prioritarios” para la paraestatal.
Actualmente el corporativo de Pemex se divide en cuatro direcciones: Dirección Corporativa de Operaciones, Dirección Corporativa de Ingeniería y Desarrollo de Proyectos, Dirección Corporativa de Administración, Dirección Corporativa de Finanzas.
El SUMA planea eliminar la Dirección Corporativa de Ingeniería y Desarrollo de Proyectos, un área fundamental en Pemex que planea y desarrolla proyectos operativos relacionados con la ingeniería que utiliza la paraestatal y, sobre todo, evalúa y aprueba las políticas para dirigir la ejecución de sus proyectos estratégicos y prioritarios a través de terceros, es decir, de empresas privadas.
El nuevo esquema expone que la Dirección Corporativa de Finanzas debe absorber la parte de Ingeniería y Desarrollo de Proyectos. Así, de acuerdo con el proyecto, tres direcciones corporativas tomarán en sus manos las operaciones en filiales y subsidiarias de Pemex, obviamente bajo la tutela del director general.