Omisión y negligencia de parte de autoridades federales han permitido que la violencia de género continúe en diversas estructuras de gobierno, en donde mujeres enfrentan actos de agresión, acoso sexual, maltrato, hostigamiento laboral, discriminación y amenazas que les causa daños físicos, sexuales y psicológicos.
Campañas oficiales o declaraciones de funcionarios son insuficientes para frenar este problema, por lo que se necesita mayor firmeza de las autoridades, sanciones ejemplares y despidos de estos acosadores.
Contrario a esos directivos de gobierno que abusan del poder de sus cargos, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho: “No soy tapadera de nadie y por encima de la ley nada; porque los funcionarios nada más llegan a puestos de primer o segundo nivel y (adquieren) casas en Miami y carros de lujo; el que calla otorga, pero no somos iguales, porque el que nada debe nada teme”.
Entre esos muchos abusos en el servicio público hay dos casos de violencia de género en dos instituciones que deberían ser ejemplo de servicio profesional: el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la propia Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en donde dos mujeres presentaron por separado sendas quejas en contra de sus jefes inmediatos y ahora esperan que la lenta burocracia de la Comisión atienda y resuelva sus demandas.
Hasta la oficina de la presidenta de la CNDH, la maestra Rosario Piedra Ibarra, llegaron las quejas que involucran a Gustavo Rómulo Salas Chávez, contratado hace apenas unos meses como titular del Centro Nacional de Fusión de Inteligencia (Cenfi) por instrucciones del secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien lo protege a pesar de que reprobó el examen de control de confianza, igual que otros cinco directivos del CNI a quienes sí los separaron del cargo.
La otra queja recibida por Piedra Ibarra es en contra del secretario ejecutivo de la propia CNDH, su subalterno Francisco Javier Emiliano Estrada Correa, número dos en la estructura de esa Comisión.
Las agresiones
Bajo el folio número 5740412020, la CNDH recibió una queja el 31 de julio de parte de una trabajadora del Centro Nacional de Inteligencia –omitimos su nombre por protección–, quien ingresó a ese órgano de seguridad nacional el 1 de mayo de 2008 y ahora acusa a su jefe Salas Chávez, titular del Cenfi, de violencia psicológica, hostigamiento, agresiones verbales, insultos, ofensas y actitudes desde que éste ingresó al CNI el 30 de abril hasta el 18 de julio de este año.
La quejosa dice en su queja ente la CNDH que el nuevo funcionario del CNI viola sus derechos humanos, por lo que “solicito la intervención de ese organismo nacional, ya que temo de omisiones o inactividad de las instancias internas de mi institución (CNI) para sancionar las conductas generadas en detrimento de mis derechos humanos”.
En su amplia queja, la servidora pública del CNI desde hace 12 años narra así algunos hechos, frases y conductas que su jefe hace en su contra: “¡Es usted tonta o no sabe hacer un oficio!”; “¡Usted escribe como habla, pero además sin utilizar la cabeza, escriba lo que le voy a dictar!”; “Hasta las gatas de mi casa son más inteligentes que usted!”; “¡Si no sabe hacer su trabajo tengo quien ocupe su lugar!”; “¡No es posible tanta estupidez en una persona, cómo pretende que firme un oficio sin señalar el grado académico que tenían los destinatarios!”; “¡Es usted una ignorante, vuelva a repetir el oficio e indique mi grado de estudios y el de cada destinatario!”
Lo anterior, explica la trabajadora del CNI, es porque su jefe Salas Chávez la acusa de “ser gente del licenciado Gerardo Téllez García”, funcionario que había suspendidos actividades por confinamiento de la pandemia de Covid-19 y, en consecuencia, no había hecho su acta de entrega-recepción y eso había molestado a Salas Chávez.
En otro momento, Salas Chávez le ordenó a su subalterna que su oficina de la Dirección deberían sanitizarla por lo menos cada dos horas, pero ésta le explicó que eso no era posible porque sólo estaba laborando el 50 por ciento del personal de limpieza por la pandemia. Esa respuesta molestó al directivo del Centro Nacional de Inteligencia, quien de manera agresiva le dijo: “¡Es usted tonta o incompetente, quiero que atienda mis indicaciones: la Dirección la deben sanitizar cada dos horas!”; “¡Usted es tonta e incompetente, yo no voy a resolver su trabajo, salga de mi oficina!”
Otro día, al llegar Salas Chávez a la oficina, su asistente le solicitó que firmara los viáticos correspondientes al mes de junio para que el personal desplegado pudiera realizar sus funciones; sin embargo, narra la mujer agredida, “me ignoró y me pidió de manera agresiva que me callara, y me reclamó que por qué había tantas personas en una oficina de la planta baja, y por qué se estaba riendo una persona en otra oficina; sin embargo, como yo continúe explicándole la importancia de resolver los viáticos de los trabajadores, su reacción fue de enojo y a gritos me dijo ‘con una chingada, se calla y haga lo que estoy pidiendo’”.
Al tratar de explicarle por qué había más personas en una oficina, Salas Chávez la calló y le dijo: “¡usted sólo hablará cuando yo le pregunte, usted no sabe pensar y no me dirá qué es importante o no, usted tiene prohibido interrumpirme cuando yo hablo!”
En otro momento le reclamó: “¡Ustedes me esconden información, y antes de joderme, yo los voy a chingar!”, porque “tu jefe será el próximo secretario general (del CNI) y el doctor [Francisco] Acuña el nuevo director general [actualmente es el general Audomaro Martínez Zapata], es mejor que ya no lo hagas enojar”.
Bajo esta presión de insultos y agresiones, la funcionaria del CNI sostiene que su estado de salud ha empezado a deteriorarse: “presenté contracciones musculares en la cara y manos, sudoración en las manos, insomnio, dolores de cabeza y dolor de estómago de manera constante”. Por ello, acudió a una psicóloga para iniciar un tratamiento.
El 4 de junio pasado, el director del Cenfi le notificó que, debido a su incompetencia laboral, un hombre de toda su confianza, Ángel Manuel García Reyes, atendería de manera personal todo lo relacionado con es Dirección.
Antes de su remoción, las agresiones continuaron: “¡Una pendeja e ignorante como usted no me va a explicar nada y mucho menos decir qué voy a firmar, y a la próxima se atiene a las consecuencias; salga de mi oficina!”
El 25 de junio, Salas Chávez la llamó a su oficina para ordenarle que entregara los acuses originales de dos tarjetas administrativas y le pidió a García Reyes que en sobre cerrado le entregara a su escolta el acuse original de sus documentos, por lo cual “le manifesté que no podíamos retirar información de la institución, pero se molestó y groseramente me contestó: ‘señora, usted no va decirme qué hacer, saque una copia, se queda con ella y me entrega lo que le solicité’”.
Las presiones continuaron y la quejosa ha tenido que ser atendida en el consultorio del propio CNI y llevada hasta en ambulancia a un hospital privado para su atención inmediata.
La otra queja ante la CNDH la presentó una directiva de la propia institución en contra de su jefe inmediato, el secretario ejecutivo de esa Comisión, Francisco Javier Emiliano Estrada Correa, a quien acusa de cesarla injusta y arbitrariamente.
Éste es su relato:
“Al mes que empecé a ocupar mi cargo, el licenciado Estrada Correa se empeñó en demeritar mi trabajo y en hacerme quedar como incompetente delante del personal a mi cargo e incluso de la maestra Rosario Piedra Ibarra, reprochándome y achacándome hacer hechos, cosas, que yo no había hecho o desconocía que se habían hecho, o que él mismo había ordenado y no reconocía haberlo hecho, acusándome de haber actuado de motu proprio, siendo que él había dado la instrucción, e incluso, obligándome bajo amenaza de despido a hacer otras que yo no quería, por no considerarlo acorde a los principios y a los códigos de ética y de conducta que deben regir las actuaciones de la Comisión, presionándome a deslindarlo de cualquier responsabilidad, además llamándome irresponsable, loca, necia, ridícula o tonta en diversas ocasiones.
“El 1 de marzo, a las 8:47 pm, por mensaje vía WhatsApp me advierte que sea prudente y ya no diga nada de un ‘tal Guillermo’, y al cuestionar la suscrita cuál Guillermo, el licenciado Estrada afirma ‘el de Reynosa’, lo que subiste; a lo que yo respondí: ‘eso me lo enviaron de monitoreo y no se de quién se trata.
“El 5 de marzo a las 7:01 am, mediante mensaje vía WhatsApp, Estrada Correa me encargó inventar un boletín y conseguir fotografías, esto relacionado con el mitin ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la que acudió en esa misma fecha la maestra Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión; ello consiente él de que si hubiera que asumir alguna consecuencia, la suscrita tendría que asumirla y él quedaría al margen.
“Estrada Correa comenzó a buscar cualquier pretexto para regañarme o llamarme la atención sin motivo; por ejemplo, el 25 de marzo, vía WhatsApp, con relación a un oficio que él mismo me ordenó hacer para conseguir una autorización que estaba tardando, me advierte que yo no puedo dar instrucciones sobre un tema general y al argumentarle que él me ordenó hacer el oficio y una autorización no debe tardar tanto, me dice que todo tiene una razón; sin embargo, como se lo respondí en el mensaje de referencia, de no hacerlo, después hubiese sido motivo para un regaño de su parte.”
Con tales quejas presentadas ante la CNDH, habrá que esperar el resultado de las investigaciones que involucran a dos altos directos del CNI y de la propia Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por lo que la maestra Piedra Ibarra seguramente intervendrá para impedir que se sigan violando los derechos humanos de dos servidoras públicas.