En julio pasado Andrés Manuel López Obrador ya había ganado la Presidencia de la República y el espionaje político en su contra no cesaba. Él y su equipo de campaña eran escuchados permanentemente. Como presidente electo, sus teléfonos de oficina, su casa y celulares seguían pinchados por agentes del Estado.
Sabedor del espionaje en su contra, López Obrador es cauteloso para hablar por teléfono, incluso con su familia. El interés del gobierno priísta por espiarlo era escuchar lo que hablaba en privado el principal político opositor que le había arrebatado abrumadoramente la Presidencia de la República a los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional.
Con las escuchas ilegales –violatorias de la Constitución y de los derechos humanos–, los agentes del Estado pretendían encontrar alguna información que fuera sensible y que pudiera utilizar el partido en el poder (PRI) para contrarrestar la fuerza que cada día acumulaba entre la población el líder opositor.
El interés de los hombres del poder era descifrar hacia dónde enfilaría el nuevo presidente su gobierno y, sobre todo, tratar de saber quiénes podrían ser investigados por estar involucrados en actos de corrupción gubernamental.
Así se acumularon cientos de grabaciones de personas cercanas a López Obrador, incluidos quienes ahora son secretarios de Estado. La persona que revela el espionaje telefónico muestra un amplio listado de grabaciones y permite al azar escuchar algunas de ellas.
Lo mismo hay grabaciones de Alfonso Durazo, actual secretario de Seguridad Pública; que de Olga Sánchez Cordero, titular de Gobernación, y la familia de López Obrador.
Ese abuso de poder para espiar a quien consideraban el más peligroso oponente no se quedaba en pinchar sólo los teléfonos personales y de oficina de López Obrador y su equipo de trabajo, también alcanzaba los celulares de familia y amigos.
En respuesta a todo ese abuso gubernamental, en los primeros 100 días de gobierno el presidente de la República reitera sus promesas de campaña: no habrá más espionaje político y toda la información reservada por el principal órgano de seguridad nacional, el desaparecido Centro de Investigación de Seguridad Nacional (Cisen) –cuyos expedientes se resguardan en la Galería 1 del Archivo General de la Nación–, se hará pública.
El mismo López Obrador ordenó revelar su expediente, aunque aclara que mucho de lo que allí se dice es falso. Y no es para menos, pues además de ser elaborado por policías inexpertos en inteligencia y burócratas oficiosos, en los últimos 4 sexenios el Cisen prácticamente se consumió y dejaron sólo un elefante blanco con un gran número de empleados (3 mil 500), con sueldos muy altos.
Como el propio López Obrador hizo público el espionaje político practicado desde las más altas esferas del poder en gobiernos priístas y panistas, el reportero Zósimo Camacho entrevistó al vocero de Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, sobre este tema:
—Andrés Manuel fue víctima del espionaje del régimen anterior. En Contralínea daremos cuenta del último espionaje antes de que asumiera el poder. Publicaremos alguna conversación privada que le grabaron como una muestra de lo que hacía el gobierno que terminó en diciembre pasado. ¿Qué opinión te merece este espionaje contra el hoy presidente de la República?
—El aparato gubernamental en su conjunto estaba al servicio de intereses particulares o de grupo, y entonces los servicios de inteligencia y de espionaje gubernamental (o hasta el servicio secreto también, ya se olvidó el concepto, pero aquí había policía secreta antes de la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales), el servicio secreto o la policía secreta era la que hacía esa tarea o hacía esos reportes. El origen de estos cuerpos es de preservar no la seguridad nacional sino la seguridad gubernamental. Ahí se pervirtió la necesidad de tener equipos de inteligencia que estén pensando en el interés nacional, en la soberanía nacional, en los temas de seguridad nacional propiamente y preservando el interés de la población mexicana. Sirvieron y han servido para espiar a los disidentes, para espiar a la oposición, para destruir a los dirigentes sociales y de todo tipo, y hemos visto cómo se usa esta información como elementos de chantaje o para destruir carreras políticas o para de plano arrinconar a la gente y terminar por descarrilar carreras políticas, o como ha ocurrido en el caso del régimen priísta y en algún momento sus herederos, el uso del Estado para reprimir directamente. El servicio de espionaje también para definir rutas, relaciones y cercar a los dirigentes o disidentes y terminar cometiendo desapariciones políticas, encarcelando o hasta cometiendo crímenes, ejecuciones.
“Y en esto de que se abran los archivos pues es como el fin de una historia, el fin de una época. Esto de abrir los archivos de la policía política es porque el mensaje es que ya no va a haber policía política: una sociedad democrática no necesita una policía que la vigile, necesita ciudadanos que supervisen, fiscalicen a los gobernantes y que haya un sistema de inteligencia en defensa del interés nacional. Sí es importante porque evidentemente hay muchos intereses que quieren socavar la estabilidad nacional, que quieren apropiarse de los recursos naturales, que quieren generar ingobernabilidad para debilitar a la nación. Sí tiene que haber un sistema de inteligencia que advierta de estos riesgos y del posible uso de la violencia para generar escenarios no deseables, pero fuera de eso no se requiere de espionaje político. Nunca más líderes indígenas, defensores de derechos humanos, dirigentes políticos de oposición, dirigentes de sindicatos, de movimientos, bajo la vigilancia del gobierno. Eso creo que debe quedar para siempre enterrado en el pasado.”
—La otra cara de la moneda es que también espían hoy los privados. ¿Cómo contener a quienes están espiando no desde el gobierno sino desde empresas privadas? ¿Qué puede hacer el gobierno para proteger a la ciudadanía del espionaje que realizan las empresas de seguridad?
—Hay empresas, hay grupos de seguridad, hay políticos de partidos, que salieron del Cisen, del Estado Mayor y de los cuerpos de seguridad del régimen, y muchos están pidiendo licencia para incorporarse a estos grupos. Recordemos ni más ni menos que a uno de los personajes conspicuos de la seguridad nacional y de la Guerra Sucia de las décadas de 1970 y 1980, Miguel Nazar Haro, abrió una empresa de seguridad justo cuando se disolvió la Dirección Federal de Seguridad. Sabemos que el programa Pegasus, que ha servido para espiar periodistas y dirigentes políticos de oposición o dirigentes sociales o en fin a quienes incomodaban al poder, se vendió a diferentes actores, grupos de poder, empresas. Entonces ese equipo, esa capacidad de espionaje, está diversificada en varios lados, y tendría que haber una investigación para buscar quiénes son los responsables, porque para empezar ese equipo lo contrató el gobierno mexicano a precios millonarios y luego las licencias de ese equipo se han ido perdiendo. Hay que ver quién fue el funcionario que contrato la entrada de ese programa.
Las grabaciones ilegales
En una de las grabaciones ilegales hechas por agentes del Estado se escucha una conversación en campaña entre el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su esposa Beatriz Gutiérrez Müller (BGM):
BGM: Bueno. Bueno.
Voz de hombre no identificada: ¿Me escucha?
BGM: Sí.
Voz no identificada: Déjeme la comunico.
AMLO: Bueno, bueno.
BGM: ¿Cómo está?
AMLO: Bien, acá andamos.
BGM: Mmmm, qué bueno.
AMLO: En el Valle de Mexicali. Bueno, te hablo por esto…
BGM: Ajá
AMLO: Allá donde Laura
BGM: Ajá.
AMLO: Dos eh… actos, ¿verdad?
BGM: Eh, sí, pero luego hay un tercero y un cuarto.
AMLO: No me digas.
BGM: Sí, el tercero es que te lleva ahí donde trabaja tu compañerito.
AMLO: Ajá.
BGM: Que ellas te habían dicho eso, ¿no?
AMLO: Sí.
BGM: Ahí, para que entres y conozcas. Ya la otra es lo que ayer te estaba yo platicando, de lo de la orquesta sinfónica…
AMLO: ¿De la qué?
BGM: De la orquesta sinfónica.
AMLO: ¡Ah!
BGM: De los que tienen orquesta. ¿Te acuerdas o no te acuerdas?
AMLO: No, no me acuerdo.
BGM: Mmm… Bueno, pues son unos señores que tienen radio, tienen tele, orquesta, grupo de baile, estéreos, discos…
AMLO: Ah sí, ya sé; ya sé.
BGM: Y eso lo van a hacer en la mañana del jueves. O sea, la única del miércoles es la…
AMLO: Sí pero… Pero abiertos, me refiero así…
BGM: Mmm… Abiertos, pues son realmente dos.
AMLO: ¿Eh?
BGM: Son dos, pero ya no son abiertos, porque ya se llenaron los lugares.
En otra conversación grabada ilegalmente, la víctima es la presidenta del Partido Movimiento Regeneración Nacional, Yeidckol Olevnsky, quien habla con un asistente sobre la urgencia de adquirir una residencia en la zona de Polanco. Al respecto se consultó con un colaborador cercano a la lideresa para que dieran opinión pero no hubo respuesta.
Miguel Badillo
[Oficio de papel]