El pasado fin de semana la Cámara de Diputados aprobó un punto de acuerdo para obligar a Pemex a dar mantenimiento a sus instalaciones, revisar ductos y pagar daños ambientales, y ordenó empezar por Veracruz, en donde la paraestatal tiene que liquidar 100 mil millones de pesos por daños ambientales ocasionados por sus operaciones en ese estado de la República.
El diputado José Manuel del Río Virgen denunció desde la tribuna que la paraestatal se ha visto inmersa en gravísimos y trágicos accidentes, mismos que se han incrementado en últimas fechas en varias entidades de la República. Por ello, con el apoyo de diputados del PRI, PAN, PRD, PT, Verde Ecologista, Convergencia, de Alternativa y de Nueva Alianza, el legislador dijo que Pemex es responsable de accidentes con fatales consecuencias en los tres últimos años.
Desde el Congreso se planteó que Pemex tiene la obligación de supervisar con mayor acuciosidad sus áreas de mantenimiento y supervisión con la finalidad de evitar accidentes innecesarios, pues de acuerdo con informes de esa empresa petrolera del Estado en 35 inspecciones realizadas el año pasado a sus instalaciones críticas, encontró 220 hallazgos con un nivel de riesgo intolerable.
De esas visitas, 12 correspondieron a instalaciones de Pemex–Exploración y Producción, 13 de Pemex–Refinación, nueve de Pemex–Petroquímica y una de Pemex–Gas y Petroquímica Básica. Lo anterior quedó asentado en el acta del Consejo de Administración de Pemex fechada el 16 de noviembre del 2005, en donde se confirma que 7 mil 692 kilómetros de ductos fueron clasificados como críticos por su estado físico, empero no se especifica a qué instalaciones se refiere ni cuál es el nivel de riesgo.
Sin embargo, parte de esa información delicada que se niega al Congreso está contenida en el Atlas de Riesgo del Sistema Nacional de Gasoductos de Petróleos Mexicanos, en donde se incluye la lista de ductos a nivel nacional con elevados niveles de riesgo y que están clasificados en tres bandas: tolerable, administrable y preventivo.
Se trata de un análisis sistemático de los “factores de falla” y de las “consecuencias por falla” que han permitido determinar los tramos de ductos que se encuentra en las tres bandas señaladas y cuyos indicadores se ubican a través del Sistema de Identificación de Instalaciones y Activos, utilizando el Document Management System (DMS) de la plataforma de negocios SAP de Pemex–Gas.
Inminente riesgo en ductos
Los ductos clasificados como riesgo tolerable es una zona controlada que no requiere de acciones inmediatas por parte de Pemex, sino acciones de monitoreo; el riesgo administrable es en donde se deben tomar acciones de disminución y control de los niveles de riesgo, y el riesgo preventivo es la zona que a Pemex–Gas debe preocuparle, pues requiere de acciones inmediatas a corto y mediano plazos para eliminar el riesgo.
Bajo esa clasificación de riesgo preventivo, Pemex ubica 26 ductos en distintas partes del país con un nivel de riesgo mayor a 21 puntos, es decir peligroso, entre los cuales destacan 10 ductos por su alta peligrosidad entre los 26 y 36 puntos que son: en Tamaulipas Reynosa–Est. Med 1, con un riesgo de 36.7 puntos; en Tlaxcala hay tres ductos bajo esa peligrosa clasificación: Beristain–Cima de Togo, 33.14 puntos; Necaxa–Beristain, 29.7 puntos; Poza Rica–Medias Lomas, 28.5 puntos; en Nuevo Pemex el ducto Cangrejera–Pajaritos con 28.4 puntos; en Monterrey el ducto Mezquital–San Rafael, con 28.3 puntos; otro en Tlaxcala Hacienda Xala–Venta de Carpio, 27.4 puntos; en Veracruz Pte. M. Moreno–Terminal Marítima con 27.2 puntos; en Tlaxcala Cima de Togo–Hacienda Xala con 26.4 puntos, y en Monterrey Km 0+000 al Km 25+000 con 26.1 puntos.
A pesar de lo anterior, la Dirección General de Pemex Gas y Petroquímica Básica no ha cerrado ninguno de esos ductos que, de acuerdo con informes oficiales de la propia paraestatal, representan un grave peligro para las poblaciones cercanas, y en cambio clausuró un ducto que no està entre esos 10 y que ocupa el lugar número 17 en la clasificación de riesgo preventivo y que corresponde al tramo Venta de Carpio–San Juan Ixhuatepec. En este caso, según la información que pudimos consultar, se trata de un hecho de corrupción y sobornos que reciben funcionarios petroleros por parte de empresas privadas interesadas en eliminar a competidores.
Lo que no dicen en Pemex es que el grado de peligro en San Juan Ixhuatepec es infinitamente menor al riesgo que existe en otras zonas metropolitanas como Monterrey, Veracruz, Chihuahua, Toluca, Reynosa, Minatitlán, Guadalajara y Poza Rica, entre otras.
La corrupción en esa área de Pemex no es nueva, desde hace varios años los órganos internos de control y la propia Secretaría de la Función Pública ha realizado investigaciones en ese sentido, pero hasta ahora hay complacencia entre distintas autoridades de varias secretarías de Estado para permitir que sigan operando ductos con un alto riesgo para el país, a cambio de jugosas partidas millonarias que reciben funcionarios corruptos de la paraestatal.
Entre los empresarios que son investigadores por Función Pública debido a su obscura relación con Pemex está el poderoso Grupo Z, propiedad de Miguel y Jesús Zaragoza, el cual busca ampliar su monopolio de gas a todo el país y sacar a sus competidores del mercado, para lo cual tiene el apoyo de Marcos Ramírez, Roberto Ramírez Soberón (director de Pemex Gas) y Alberto Cervantes (subdirector).
El Grupo Z ha sido el instigador para que Pemex cierre ductos en zonas en donde ve oportunidades de mercado, pues en el caso del estado de México tiene cinco plantas subsidiadas y ya tiene lista la infraestructura para entrar al mercado más rentable. Las seis empresas distribuidoras que boicotea el Grupo Z son Gas Metropolitano de Eduardo Ramírez; Unigas, Gas y Servicio Gasomático de Tomás Zaragoza, y Bello Gas y vela Gas de Lázaro Bello.
De todo esa corrupción ya fue advertido el director general de Pemex, Luis Ramírez Corzo, pero en escasos 15 días todo el gabinete dejará el poder, así es imposible que pueda hacer algo al respecto, por lo que será el nuevo director de la paraestatal (se menciona como nuevo titular de Pemex a Alfredo Elías Ayub, director general de CFE) el que revise tantas anomalías en Pemex Gas y Petroquímica Básica, mientras que el próximo secretario de la Función Pública tendrá ahí un buen expediente de corrupción que investigar o, tal vez como lo hizo el secretario Eduardo Romero, hacerse de la vista gorda y dejar que sigan robando el presupuesto público.
Las críticas rosas de Muñoz Leos
El pasado miércoles 8 de noviembre en el Salón Tamayo del Club de Industriales reapareció el ex director general de Petróleos Mexicanos, Raúl Muñoz Leos (quien dejó el argo después del escándalo de corrupción de trafico de influencias en Pemex por parte de los hijos de Marta Sahagún), para presentar su libro “Pemex en la Encrucijada”, una especie de biografía o anecdotario que omite los pasajes más graves de su administración, como las presiones a las que fue sometido por parte de Marta Sahagún y sus hijos para asignar contratos de obras y servicios a empresas privadas.
Como el contenido de su libro, durante la presentación a la que asistieron un centenar de personas, la mayoría familiares, ex funcionarios de Pemex como Jorge Díaz Serrano y algunos ex colaboradores de Muñoz Leos cuando éste fue director en la trasnacional DuPont, el ingeniero químico no perdió ocasión para mostrar el resentimiento que le dejó la traición de Vicente Fox al retirarlo de la dirección de la paraestatal, salida que Muñoz Leos atribuyó al desconocimiento que el presidente tiene del sector energético.
Durante la presentación del libro –que más bien parece un recuento de proyectos en Pemex y que al final quedaron frustrados– que duró una hora, el ex director de Pemex pareció no recordar los escándalos que marcaron su corto paso por la paraestatal. Discreto, apenas si sonreía cuando Eduardo Ruíz Healy, presentador del libro, contaba anécdotas de la infancia del ex amigo de Los Pinos.
–¡Si ustedes esperaban un libro de escándalos, debo decir que no!–, decía Ruiz Healy enalteciendo que Muñoz Leos citara en el libro el “daño moral” que le provocó el que en los medios se revelara que a cuenta de Pemex pagó la liposucción y cirugía plástica a su esposa, íntima amiga de Marta S.
“Pemex no vale tanto como tu familia, Raúl”, consolaba Ruiz Healy a su amigo Muñoz Leos.
Luego vinieron las felicitaciones, los halagos, hubo quien incluso aseguró que si Pemex se sostuvo en la administración de quien “solo sabe vender Coca Cola”, fue por el trabajo de Muñoz Leos. En esos momentos el ingeniero recibía gozoso los halagos y hasta aprovechó el espacio para criticar a Felipe Calderón, de quien dijo que su paso por la Secretaría de Energía se distinguió por no tener “mucho interés por lo que estaba haciendo, pero también tenía mucho interés por su futuro político”, luego matizó su crítica: “y yo lo considero un gran político, pero en el tema de energía y en el tema de Pemex tenía mucho que aprender».
Pero el trago amargo por su pésimo manejo de la dirección de la paraestatal llegó a Muñoz Leos cuando la reportera Ana Lilia Pérez le preguntó sobre las presiones que durante meses hizo al hoy director de Pemex, Luis Ramírez Corzo, en ese momento titular de Pemex Exploración y Producción (PEP), para que entregara millonarios contratos a la naviera Oceanografía, para que Manuel y Jorge Bribiesca cubrieran su cuota como “gestores” de la empresa.
Muñoz Leos palideció ante la pregunta y rígido echo la espalda hacia atrás tratando de disimular la sorpresa y balbuceante alczanó a decir: “si usted dice ya publicó eso pues ya lo publicó pero… pero ¡para nada!…
Para salvar al autor del libro y romper la tensión que durante algunos segundos invadió el salón, Ruiz Healy e Hilda Ledezma Mayoral se pusieron de pie y rompieron en aplausos mientras alguien ordenaba que se sirviera el coktail preparado para la ocasión.
Cuando la reportera abandonó la sala, un grupo de empresarios se acercaron a ella y le dijeron que estar de acuerdo con la pregunta de la periodista por los malos manejos en Pemex, “es cierto todos esos manejos. Nosotros somos empresarios y no se vale quebrar una empresa del Estado y luego escribir libritos, esas son chingaderas”.
Un numeroso grupo de invitados abandonó el salón Tamayo, pasando junto al altero de libros que esa noche Santillana no vendió. Cuando los meseros comenzaron a descorchar las botellas, Muñoz Leos seguía postrado en su silla tratando de reponerse del susto.