Lunes 23 de noviembre de 2009

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Cuando la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer que México fue el único país de la región en la que se registró un empeoramiento en la situación de la pobreza, con un incremento de 3.1 puntos porcentuales entre 2006 y 2008, lo que refleja los primeros efectos de la crisis económica que se empezó a manifestar hacia fines del año, la falsedad de los discursos de los partidos políticos y la manipulación desde el Poder Ejecutivo de la miseria que lacera al país quedaron al descubierto ante el mundo.

El organismo multilateral de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) definitivamente no tiene agenda política que defender y los resultados de su más reciente investigación colocan en el ojo del huracán la crisis de las políticas públicas asistencialistas en el país, pero sobre todo el fracaso y el desastre de un modelo económico que ha colocado a México al borde del precipicio sino es que ya está en el fondo del barranco.

La exposición de la mexicana Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la CEPAL, es impecable: después de la década perdida los países de América Latina y el Caribe comenzaron a observar un avance en el combate a la pobreza; es más, con el crecimiento histórico – por cierto – que vivió la región, también los pobres comenzaron a verse beneficiados; incluso la concentración de la riqueza comenzó a ceder. En México, por ejemplo, después de la devaluación de 1994 y más de una década de aplicación de programas sociales, administrados políticamente, los números de la pobreza comenzaron a lucir menos ofensivos para una sociedad caracterizada por la polarización del ingreso y la corrupción.

Pero la triada de crisis: la alimentaria, la financiera-económica y la política, develó que México no está aplicando políticas de fondo y estructurales para combatir la pobreza, y que la información oficial no estaba reconociendo este fenómeno. De acuerdo con la CEPAL, entre 2006 y 2008 aumentó la pobreza, la indigencia y la llamada indigencia sin alza de alimentos. Un panorama muy diferente vivieron países como Brasil, Uruguay, Perú, Costa Rica y Venezuela, en donde estos indicadores cayeron.

Pero ¿qué sucedió con México durante estos años? ¿No fue acaso este periodo el que se se caracterizó por el histórico ingreso de recursos provenientes de los excedentes petroleros? De hecho, la cifra de esa bonanza petrolera frente a los resultados en el combate a la pobreza genera suspicacias: el país recibió más de 100 mil millones de dólares y la pobreza aumenta tres puntos porcentuales. Alguien falló definitivamente y los responsables de la Secretaría de Desarrollo Social definitivamente tienen que rendir cuentas, porque mientras la pobreza aumentó la disparidad en el ingreso se elevó.

Otra vez la CEPAL es contundente en su informé sobre la pobreza en América Latina: México fue el único país que presentó una clara tendencia al deterioro distributivo, con un aumento de 1.2 puntos en la brecha entre quintiles. Entre 2002 y 2008 se apreció una significativa reducción de la desigualdad en la distribución del ingreso en la región. En este período en siete países (de los 18 analizados) disminuyó la desigualdad, mientras que en sólo tres aumentó. México es uno de ellos.

De esta forma, la pobreza en México está perfectamente ubicada y, como la riqueza, tiene rostro y cifras claras. Sin embargo, los gobiernos federal, estatales y municipales se niegan a verlos. Pareciera que la decisión es simplemente declarar a 50 millones de mexicanos inexistentes.

Pero igual como pasó con las declaraciones de los premios nobel de economía, en donde políticos y funcionarios del gabinete calderonista salieron a rechazar y mofarse de los análisis de los expertos extranjeros, no faltará algún panista que en la semana que hoy inicia rechace el informe de la CEPAL, baste decir que también la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) advierte que podría ser hasta 2012 cuando México pueda recuperar algo del deterioro en que lo han metido los últimos dos gobiernos panistas, los de Vicente Fox y Felipe Calderón.

En 2003 los reporteros de la revista Contralínea iniciaron un recorrido por las zonas más pobres del país en seis municipios clasificados por las estadísticas gubernamentales como los de menor Índice de Desarrollo Humano. Allí, hace seis años, confirmaron los descrito aquí: los programas sociales del gobierno foxista –la administración que recibió miles de millones de dólares por los excedentes petroleros– nunca llegaron a su destino, lo que provocó, como ya confirmó la CEPAL, la pobreza se profundizara.

Cuando en 2006 la entonces titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, ahora líder de la bancada panista en la Cámara de Diputados, escribía una capítulo más en su carrera política desde el despacho responsable de atender a los pobres, la historia de la pobreza ya estaba escrita. Por ello, diferimos de la tesis de la CEPAL que asegura que fue la crisis alimentaria y económica la que provocó en México el deterioro de la pobreza: no, es la corrupción gubernamental en complicidad con la iniciativa privada lo que ha motivado mayor pobreza en el país.

México ahora, tan sólo con datos del área urbana, se ubica en el ominoso grupo de países con niveles de pobreza media-alta que incluye a Colombia, Ecuador, México, El Salvador, Perú y República Dominicana, con tasas de  pobreza de entre 35 y 50 por ciento. Varios municipios y poblados mexicanos están clasificados en las listas de Naciones Unidas como los más pobres del mundo, apenas iguales a los de la África subsahariana, países con las tasas más altas de pobreza e indigencia.

Morir en la Miseria

Bajo el título Morir en la Miseria, publicado por editorial Océano, empieza a circular esta semana un libro integrado por 15 crónicas periodísticas sobre igual número de poblados sumidos en la pobreza extrema y hasta donde los cacareados programas sociales nunca llegan. Este libro, que recupera las investigaciones realizadas por reporteros de la revista Contralínea, confirma que las administraciones de Fox y de Calderón simplemente olvidaron a aquellos mexicanos en las zonas más alejadas del país, en las regiones montañosas, pantanos y laderas, a donde no llega la televisión y, sí acaso, algunos políticos los visitan para tomarse la foto en busca de votos electorales.

Dice la CEPAL que en América Latina no puede declararse otra década perdida, pero en el caso mexicano es claro que sí se perdió mucho. La titular de la CEPAL, Alicia Bárcenas, sugiere el replanteamiento de los programas de protección social con una visión estratégica de largo plazo y medidas que sepan aprovechar el capital humano y resguarden el ingreso de las familias y los grupos vulnerables.

En México, mientras tanto, se sigue haciendo política partidista y electorera con el presupuesto para simular apoyos a estos grupos vulnerables, a quienes se destinan miles de millones de pesos y nunca les llegan por la corrupción y el desvío de recursos públicos inmersos en una engorrosa estructura burocrática administrativa.

Así, las enfermedades de la pobreza y la violencia se arraigan; la educación languidece y simplemente no llega a los más pobres, la corrupción gubernamental crece día a día y la polarización del ingreso aumenta de la mano de la concentración económica y el poder en sectores clave de la economía como las telecomunicaciones, los servicios bancarios, los autoservicios, por sólo mencionar algunos.

Es un hecho, que el aumento proyectado en la pobreza para 2009 retrasará el cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (erradicar la pobreza extrema y el hambre para 2015): de 85 por ciento de avance que registraba la región en esta materia, en 2008 se caería a 78 por ciento en 2009.

Se espera, agrega el organismo multilateral que ha criticado la persecución a toda costa de objetivos como el control del déficit público, que algunos países experimenten incrementos en sus niveles de pobreza e indigencia mayores al promedio, como por ejemplo México, con una reducción del PIB y el deterioro de la situación de empleo y salarios. Nosotros agregaríamos: “…debido a la corrupción y al domino de los más ricos sobre la economía”.

Entre los gobiernos de la región, reconoce otra vez la CEPAL, se han realizado importantes esfuerzos por aumentar el gasto social. Entre 1990 y 2007 el gasto público social por habitante pasó de un 43 a un 60 por ciento del gasto público total promedio de América Latina. ¿Qué sucedió entonces con México? ¿En qué se aplicaron dichos recursos?

Entre los pobres y los indigentes del país, como lo confirma Morir en la miseria, no hay futuro. La investigación periodística ratifica lo dicho por la CEPAL. Un segundo recorrido de los reporteros de Contralínea, que inició en el segundo semestre de 2007 y concluyó en el primer semestre de 2008, con visitas que se aplicaron a 15 demarcaciones (más de 21, en total), se obtuvieron testimonios de un viaje migratorio de los mexicanos sin futuro en busca de alimentación y vivienda. Ellos se olvidan, por lo tanto, de educación y de salud, lo cual se traduce en una criminal espera de la muerte. El Estado, estamos seguros, tiene una responsabilidad clara y contundente que no está cumpliendo con la mayoría de los mexicanos.

Ese recorrido de los reporteros investigadores de Contralínea abarcó 14 municipios de los estados de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Chihuahua. Dichas regiones, se confirmó, mantienen índices de pobreza similares a los del África Subsahariana, según estudios del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Sin embargo, no son los únicos que padecen los estragos del empobrecimiento sostenido y, como allí se relata: 125 municipios en México están a punto de ingresar a la deshonrosa lista de los poblados más pobres del mundo. Con estos datos nos preguntamos cuáles son las prioridades que defienden los legisladores cuando analizan la distribución de los egresos: ¿los sueldos de la alta burocracia? ¿Las obras de infraestructura vistosas y políticamente convenientes? ¿De qué hablarán?

oficiodepapel@contralinea.com.mx

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