Lunes 28 de enero de 2008

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Quien fuera subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, José Luis Santiago Vasconcelos, principal policía encargado de combatir a los cárteles de la droga durante el sexenio de Vicente Fox y subprocurador Jurídico de la PGR en el gobierno de Felipe Calderón, ha informado que había planes del crimen organizado para asesinarlo y concretamente ha señalado al cártel de Sinaloa, que comanda Joaquín Guzmán Loera, alias “EL Chapo”, aquel que logró fugarse de un penal de máxima seguridad a principios del sexenio foxista, como el responsable de la planeación del atentado.

Desde que Santiago Vasconcelos era el operador del fiscal Mariano Herrán Salvati en la agencia mexicana antidrogas, durante los gobiernos de Carlos Salinas y de Ernesto Zedillo, ya contaba con el apoyo del Ejército Mexicano y de la DEA (agencia antinarcóticos de Estados Unidos). Y cuando asumió el cargo de principal responsable de combate al narcotráfico, estrechó aún más su relación y cooperación incondicional con ambos cuerpos de seguridad. De hecho durante el gobierno de Vicente Fox el mismo procurador Daniel Cabeza de Vaca presumía que “José Luis sabe más que todos lo que se hace y sucede en la PGR, y su relación con el Ejército y la DEA lo hacen indispensable para ocupar cargos de primer nivel”.

Ahora que Vasconcelos ha dejado la SIEDO y ocupa la Subprocuraduría Jurídica sufre la persecución de sicarios enviados por “El Chapo” para asesinarlo, pero en medio de una circunstancia distinta, el país vive un clima de terror con múltiples ejecuciones en todos lados: asesinatos de jefes policiales, comandantes y directores de penales, crímenes de jueces y periodistas, ante lo cual los ciudadanos en toda la República sólo observan con pavor la cacería en que se ha convertido México, aunque para el gobierno panista de Calderón esto se reduce a un reacomodo violento de grupos del narcotráfico porque, según la PGR, va ganando la lucha contra las mafias de la droga.

Sin embargo, de ser ciertas las amenazas y los atentados frustrados del narcotráfico en contra de Vasconcelos, tal vez sea momento de revisar a las instituciones públicas responsables de la seguridad nacional, cuya incapacidad hoy más que nunca es evidente y esto permite al crimen organizado poner en riesgo el Estado mexicano.

 La captura del hijo de “El Chapo”

Hace poco más de tres años, cuando Vasconcelos dirigía la SIEDO, se le ocurrió consignar por delito de lavado de dinero al hijo de “El Chapo Guzmán”, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, apodado en la prensa como “El Chapito”, un junior que disfrutaba del dinero producto del narcotráfico que su padre había acumulado a lo largo de su carrera delictiva, pero que esto de acuerdo con nuestras leyes actuales tampoco es motivo suficiente para que un juez lo pueda procesar por blanqueo de dinero, delito sumamente difícil de probar.

Esa acusación en contra de “El Chapito” fue orquestada por Santiago Vasconcelos y permitió recluirlo primero en una prisión local del Distrito Federal y después en una penal de máxima seguridad. Sólo tres días después de que “El Chapito” fue internado en 2005 en el penal de La Palma, el principal policía responsable de combatir a la delincuencia organizada, el subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos fue invitado a Los Pinos para aprovechar mediáticamente el momento y dar un mensaje al país. En esa ocasión Vasconcelos dijo que el jefe del cártel de Sinaloa, su actual persecutor, era inteligente, de extraordinaria capacidad de reacción, a quien la gente ve como un héroe, un redentor y un paladín de los pobres.

En aquel año, las pruebas que decía tener el subprocurador Santiago Vasconcelos para acusar a Iván Archivaldo Guzmán Salazar del delito de lavado, es que éste poseía un vehículo BMW, tipo 330 CIA Cabrio, modelo 2001, con número de serie o chasis WBABS1091EH32064, cuya factura estaba a nombre de su prima Claudia Elenes Salazar, pero quien siempre tuvo la posesión del automóvil era “El Chapito”, hasta que le fue robado y la aseguradora ABA entregó el 5 de septiembre de 2002 el cheque número 0019690 a favor de Claudia Adriana Elenes Salazar, por la cantidad de 523 mil 218 pesos, de la cual la procesada dispuso de 522 mil 822 pesos para transferirlos a través de un cheque de caja a su primo Archivaldo Iván Guzmán Salazar.

Con las pruebas de esa transferencia de dinero, la PGR presumía que el acusado había utilizado el sistema financiero para blanquear dinero producto de actividades del narcotráfico de su padre “El Chapo” Guzmán. El proceso penal abierto era el número 53/2005.

En aquel año de 2005 entrevisté en sus oficinas de la SIEDO a Santiago Vasconcelos, quien comentó que la captura del hijo de “El Chapo” era para presionar a su padre a que cometiera algún error y poder recapturarlo. Obviamente eso no ocurrió y ahora el subprocurador es quien huye de los sicarios del peligro narcotraficante y “paladín de los pobres”.

“El Chapo”, narcotraficante de moda

Cuando Joaquín Guzmán Loera estuvo preso en un penal de máxima seguridad, se le hizo un perfil psicológico para conocer la personalidad y el pensamiento del criminal más buscado en estos momentos en el país:

Con 51 años, nació en Culiacán, estudió hasta el 6º grado de primaria, es casado y está acusado de ser autor intelectual y material de los delitos de homicidio, cohecho, asociación delictuosa, evasión de preso y delitos contra la salud como posesión de cocaína y de psicotrópicos (Diazepan).

Es considerado un individuo de alta peligrosidad, que define claramente sus metas y la forma de alcanzarlas, utilizando sus habilidades de planeación, organización, negociación y proyección al futuro; siendo él mismo responsable directo de la planeación y seguimiento de sus acciones para concretar exitosamente sus objetivos.

Su tenacidad es producto del sentimiento de inferioridad que le produce el factor endógeno concerniente a su baja estatura de 1.55 metros, que refleja mediante una expresión de superioridad intelectual y de ambición desmedida por el poder.

Destaca su alta capacidad de reacción con raciocinio; tiene necesidad de liderazgo, controla de manera adecuada su entorno, es obsesivo pero mesurado durante sus actos vindicativos, que son orientados al fortalecimiento de la estructura. Se considera una persona estable emocionalmente.

En su realidad interna no existe la culpa; se reconoce a sí mismo como un líder con buenos sentimientos; su rol en la organización criminal se perfila como autor intelectual, pero sin necesidad de la operación directa, esto con el objeto de mantenerse a salvo de detenciones y atentados.

El éxito de sus acciones radica en sus habilidades para manipular su entorno y anticiparse a las reacciones de sus antagonistas.

Lo caracteriza su egocentrismo, lo que lo lleva a pretender mantenerse en el centro de atención e importancia al interior de su grupo, para conservar el mando y al exterior para denotar superioridad.

Encuentra fortaleza en la generación natural de sentimientos de dependencia y lealtad hacia su persona, para crear un entorno de complicidad en el que él resulta ser el más beneficiado, a grado tal que el compromiso de sus dominados podría llevarlos a sacrificar su propia integridad física por resguardar la de él o la de su familia.

La traición es un factor detonante de la agresividad que imprime a sus acciones, no le interesa ocultar su autoría, pero es reservado para aceptar su responsabilidad directa o indirecta.

Su carácter afable le reditúa un convencimiento natural de las personas con las que interactúa, especialmente de aquellos con los que mantiene vínculos orientados a su protección.

Cumple sus compromisos, pero también sus acciones de venganza, utilizando cualquier método violento si se siente amenazado.

Es seductor, en apariencia espléndido y protector, genera círculos de confianza, garantiza el éxito de la estructura mediante la identificación y permanencia del grupo.

Sin embargo, no es indulgente con sus detractores y no vacila en romper alianzas; este factor pasa desapercibido entre su círculo principal por las muestras de solidaridad que tiene con ellos; infundiendo al mismo tiempo al resto del grupo temor reverencial.

Una de sus fortalezas es la tolerancia a la frustración, por lo que la venganza no es un hecho que ejecute con la inmediatez de una persona impulsiva, su respuesta es calculada, pero insistente, su visión es dañar a su adversario utilizando sus debilidades para producir el mayor daño posible.

Su capacidad de análisis y de recuperación es elevada, por lo que sus debilidades las transforma en fortalezas que le permiten superar inmediatamente los problemas que enfrenta.

En ese sentido se observa que algunas de sus debilidades son el temor a la pérdida de lo que considera sus logros, en primera instancia su libertad, lo que le produciría un estado depresivo; en segundo lugar la pérdida de algún miembro de su núcleo primario podría desencadenar una venganza planeada pero debastadora y ejemplar para los responsables.

Su necesidad de convivencia social puede llevarlo a la pérdida de su bien más preciado, que es la libertad.

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