Lunes 09 octubre de 2006

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Sólo faltan un mes y tres semanas para que Vicente Fox y su familia salgan de la residencia oficial de Los Pinos. A partir de ese momento, la familia Bribiesca Sahagún sentirá el vacío de la protección presidencial y enfrentará, ahora sí, las acciones de la justicia por todos los hechos de corrupción que cometió al amparo del poder presidencial.
Aquí hemos documentado ampliamente cómo en actos desesperados del gobierno foxista se ha tratado por todos los medios de encubrir y proteger a los hijitos de la esposa del presidente de la República, principalmente en las áreas encargadas de combatir la corrupción gubernamental, como son la Secretaría de la Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación y la Procuraduría General de la República, en donde en el colmo del cinismo los han exonerado y les han entregado una carta de impunidad a sus excesos y a su enriquecimiento desmedido logrado mediante contratos de obras y servicios obtenidos irregularmente del mismo gobierno federal.
Traficantes de influencias es lo que son los hijos de Marta Sahagún. Manuel y Jorge Bribiesca, y su tío Guillermo Sahagún, utilizaron durante seis años el gafete de la Presidencia de la República para abrir puertas en secretarías de Estado, empresas paraestatales como Pemex, organismos descentralizados e institutos, fondos y fideicomisos, de donde negociaron contratos para beneficiarse ellos mismos y también a favor de empresas privadas que los contrataban (sin documentos de por medio para no dejar huellas) a cambio de jugosas comisiones. Todo esto lo supo su madre Marta Sahagún y no hizo nada para frenarlo pues, al contrario, motivó el abuso de los “niños traviesos” a quienes a veces recriminó por ser tan burdos y obvios en sus excesos.
Decíamos hace varias semanas que en el absurdo del gobierno foxista, la Secretaría de la Función Pública, la cual está sometida a las órdenes de Vicente Fox, había resuelto el mes pasado que “no se encontraron elementos” que permitieran investigar y denunciar penalmente a los hijastros del presidente de la República por los delitos de tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, acusación que había hecho una Comisión Especial de Diputados después de una exhaustiva investigación


Pero también comentamos que los hombres cercanos a Felipe Calderón aseguran que en cuanto el presidente electo asuma el cargo lo primero que hará será investigar a los hijos de Marta Sahagún, a quien además le guarda odio y rencor por haber hecho hasta lo imposible para evitar que el chaparrito, peloncito y de lentes fuera el candidato del PAN a la Presidencia de la República. Pero tampoco hay que creerles a los miembros del equipo de Calderón, pues hemos visto en la herencia presidencial que cuando son del mismo partido se cubren unos a otros.

Algunos casos de corrupción y tráfico de influencias de los hermanos Bribiesca Sahagún son la protección que Manuel y Jorge, junto con su tío Guillermo, daban a empresas privadas como Oceanografía, Grupo Miguel y Construcciones Prácticas, sólo por mencionar algunas, en donde según declaraciones del propio Manuel Bribiesca cobraban elevados porcentajes por realizar gestiones para obtener contratos de obras, servicios y bienes gubernamentales. Esto explica la riqueza acumulada por esa familia en los últimos años.


Traficante de influencias
Nuevas evidencias de corrupción revelan que desde mediados de 2001 – cuando su madre Marta Sahúagn aún no contraía matrimonio con Vicente Fox y se desempeñaba sólo como vocera de la Presidencia -, Manuel Bribiesca operaba abiertamente negocios con el sector público federal.
Así lo demuestra una reunión casual que sostuvo con Roberto Muñoz Leos, hermano del entonces director de Pemex (Raúl) y ex titular de la Unidad de Auditoría Gubernamental de la SFP, antes de la Contraloría y Desarrollo Administrativo.
En una amplia entrevista que hizo la reportera Nancy Flores al empresario celayense Álvaro González, quien presentó a Roberto Muñoz Leos con Manuel Bribiesca, recuerda cómo el primogénito de Marta Sahagún solicitó “ayuda” al entonces funcionario público para “destrabar” algunos negocios que tenía con la paraestatal más importante de México. La respuesta negativa de Roberto Muñoz Leos fue inmediata y siguió un regaño de 20 minutos al hijo de la primera dama.
Entrevistado en sus oficinas de la empresa Corrugados de Celaya sobre su supuesta relación de negocios con Bribiesca Sahagún, Álvaro González explicó así a la reportera su relación con los hermanos Bribiesca.
“Yo no soy operador de los negocios de Manuel. Lo conozco porque es el hijo de la señora Marta, pero no tengo relación con él. Ni siquiera de amistad”. El empresario explica que aquél fue un encuentro casual, no una reunión concertada.
“Manuel se hospedaba en el mismo hotel que yo. Todo fue una simple casualidad. Ese día mi amigo Mariano Chimés, quien era colaborador de Pemex en el equipo de Roberto Muñoz Leos y actualmente trabaja en Capufe (Caminos y Puentes Federales), me acababa de presentar a Roberto. Estábamos desayunando cuando Manuel entró al restaurante. Sí los presente, pero no para que hicieran negocios.”
Álvaro González detalla que en aquella ocasión no se pactó nada, pues Roberto Muñoz Leos puso a Manuel como “lazo de cochino”. “Le cuestionó que cómo se le ocurría solicitarle algo así; que él no sólo no era corrupto sino que ni siquiera se llevaba bien con su hermano Raúl (entonces director general de Pemex)”.
El amigo de la familia Fox-Sahagún advierte: “jamás operé nada, ni siquiera a favor mío, menos lo iba a hacer a favor de Manuel o de cualquiera. Soy un hombre de trabajo, y si mi objetivo fuera hacer mucho dinero pues haría crecer mi empresa; sé cómo hacerlo, porque toda mi vida me he dedicado al cartón. Mi familia siempre ha sido cartonera”.

El amigo de Fox
Álvaro González dice que a Manuel Bribiesca Sahagún se le nota desde lejos la clase de persona que es. “Yo no soy su amigo. Él no escucha a nadie, todo lo hace según su propio criterio. Por eso ha andado en tantos escándalos, no como Fernando y Jorge (sus hermanos)”.
El empresario, quien tuvo en custodia, temporalmente, a los hijos menores de Marta Sahagún, agrega que aunque Jorge Bribiesca estuvo relacionado con el asunto del IPAB – la compra irregular de viviendas de interés público por apenas 3 mil pesos por inmueble -, no se compara con lo que ha hecho Manuel, el hermano mayor.
“Pues sí hubo lo del cheque (girado al IPAB, para pagar los créditos de las casas supuestamente vendidas a la empresa Construcciones Prácticas, de Miguel Khouri), pero sólo eso. En cambio la prensa ha publicado varios asuntos de Manuel. De todo eso me he enterado por la prensa, porque no tengo ninguna relación con él, y menos de negocios.”
En una de las paredes de su oficina que, orgulloso, muestra a la reportera, Álvaro González conserva la historia fotográfica de la amistad con la familia presidencial. Los retratos con Vicente Fox, Marta Sahagún, Vicentillo, Mercedes Quesada de Fox, parecen interminables. “Ahí está todo”, afirma.
Dice que en Celaya lo conocen bien y saben que todo lo que tiene es producto de su trabajo. Álvaro González narra que, por la estrecha relación que mantuvo con Vicente Fox al inicio del sexenio – y que lo llevó a vivir dos años y medio en un fino hotel de Polanco, que da justo frente a Los Pinos, con sus dos hijos menores – casi pierde su patrimonio.
“Cuando regresé a Celaya, la empresa tenía una deuda de 4.5 millones de pesos. Vivir allá no fue gratuito: los desayunos, las comidas y las cenas no salen en menos de 700 pesos. La vida en la ciudad de México es muy cara y yo no cobraba nada por estar ahí, porque soy amigo del presidente, no su empleado. Si hubiera cobrado algo, mi palabra, mis consejos, todo se hubiera devaluado. Entonces, aunque él (Vicente Fox) hubiera podido pagarme algo con los recursos de la partida secreta, la verdad es que jamás recibí un solo peso del erario”, asegura.
El empresario señala que “si hubiera querido hacer negocios a costa del erario público, no me hubiera llevado a mis hijos a vivir conmigo. Cómo les iba a enseñar a ser corruptos. Eso jamás lo haría”.
Impulsor de la Escuela para Padres de Celaya, que inspiró los libros de texto promovidos por la asociación Vamos México, de Marta Sahagún, Álvaro González dice tajante: “Jamás me beneficiaría con el dinero de los mexicanos. Por eso mi padre me heredó esta empresa, para que saliera adelante a través de mi trabajo”.
El empresario puntualiza que la amistad con Marta Sahagún y Vicente Fox inició en 1997, cuando este último era gobernador de Guanajuato. Ese año, Álvaro González y su esposa recibieron, de manos del aún presidente de México, un premio por su labor altruista en la rehabilitación de personas adictas a algún estupefaciente.
Desde entonces mantiene una estrecha relación de amistad, afirma, con esa familia. Explica que la única deuda que tiene es con Marta Sahagún y con Jorge Bribiesca, pues cuando su empresa enfrentó la crisis financiera le pidió un préstamo de 100 mil pesos a cada uno. “Eso es todo lo que les debo y cuando finalice el sexenio se los voy a pagar”.
Explica que las deudas de su empresa, adquiridas en el tiempo en que asesoró a Vicente Fox, las pagó de inmediato. “Vendí la hacienda donde vivía con mi familia y un terreno que también poseía aquí, en Celaya”.
Álvaro González asegura que el actual distanciamiento con la familia presidencial no se debe a una ruptura en la relación, sino a que él decidió dedicarse de tiempo completo a su negocio y a su propia familia. “Esto (señala en dirección de su fábrica) es lo que me da de comer”.

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