Miércoles 08 de junio de 2005

By

Una pequeña y fulgurante escena en la Fiscalía para Investigar Delitos Contra la Administración de Justicia, en la que se llevaba a cabo una intrascendente diligencia judicial, se convirtió en un alarde de influencia y autoritarismo dentro del búnker de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, cuando el abogado se dirigió al agente del Ministerio Público y le preguntó: ¿ya te dieron instrucciones de arriba?

Con sorpresa, el MP respondió que no y el abogado le indicó que iría a la oficina del subprocurador Renato Sales Gasque para que le diera instrucciones de cómo debería interrogarse al historiador Enrique Krauze Kleinbort. Minutos después, el agente del ministerio público recibía las instrucciones: al maestro Krauze lo compareces y él se va a negar a declarar, esa es la orden.

Con esas instrucciones el destacado intelectual Krauze se negó sin rubores a declarar bajo el argumento de que los probables responsables de los hechos delictuosos eran sus amigos personales y a quienes la sociedad le debe estar agradecida porque son quienes le han ayudado en la titánica tarea de educar al pueblo de México. La escena muestra que el historiador Enrique Krauze sabe pedir favores y el subprocurador Sales concederlos.

En este campo del “negocio” de la justicia las cosas pueden resultar explicables porque los hombres de ideas y los de poder como protagonistas de los hechos políticos se necesitan, se ayudan, pueden abrazarse y hasta hacerse cariñitos con la izquierda. Pero lo preocupante, es que el intelectual y el político se seduzcan mutuamente para alterar una función primordial del Estado de Derecho: la procuración de justicia.

La historia del litigio judicial

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal lleva a cabo una investigación que relaciona al reconocido y prestigiado intelectual mexicano Enrique Krauze y su Editorial Clío con abogados de Televisa, como los autores de una supuesta simulación de una deuda documentada en pagarés que se ha utilizado para dar lugar a un juicio civil que resulta también una simulación de acuerdo con el nuevo Código Penal del Distrito Federal.

En el expediente FPC/547/04-07, el Ministerio Público y sus peritos han determinado con riguroso estudio de los documentos, que los escritos judiciales que supuestamente presentan las dos partes contrarias del juicio: Televisa y Editorial Clío, son en realidad hechas por la misma persona, lo que confirma las sospechas de que el crédito y el procedimiento judicial son actos simulados que las nuevas leyes penales de la ciudad de México consideran como un delito de repercusiones muy peligrosas para la marcha de la procuración y aplicación de la justicia.

Hace varios meses entrevisté telefónicamente al historiador Enrique Krauze, quien explicó que la Editorial Clío es socia de Televisa y de lo que se trata entre ambas empresas es un simple ajuste administrativo y de capitalización a la editorial por 20 millones de pesos.

“Estamos en vías de pago y capitalización. Clío ha tenido una cuenta corriente con Televisa y teníamos un adeudo, pero hemos llegado a un acuerdo de cómo vamos a pagar y a capitalizar. Estamos en proceso de capitalizar y en unos días vamos a retirar todas las demandas”, dijo en aquella ocasión el destacado escritor, quien precisó que con la capitalización de los 20 millones de pesos se va a pagar una parte del pasivo, de modo que no hay ningún problema en absoluto con Televisa. “Entre Televisa y Clío no hay problema alguno”, reiteró.

Editorial Clío y Televisa tienen relaciones empresariales que resultan benéficas no solamente en el mundo de los negocios, sino en el de las relaciones que tienen los intelectuales y los medios de comunicación con el poder político. Sobre todo si se trata de una figura destacada como la del historiador, quien tiene una presencia real en un sector de la cultura mexicana. Para algunos, la mezcla de negocios e historia resulta un producto sospechoso por híbrido y para otros algo que se puede vender en la televisión como documental o telenovela. En ambos casos se obtienen cuantiosas ganancias.

Sin embargo, los socios y amigos se quieren ver ante las autoridades penales y civiles como enemigos dispuestos a una riña judicial por el cobro de una suma de dinero que le adeuda el historiador a Televisa. En principio, esto parece difícil de creer. Y luego, ha resultado no solamente sospechoso sino que es relevante para que el procurador Bernardo Bátiz le ordene al subprocurador Renato Sales atender el caso personalmente.

Editorial Clío perdió un juicio con una empresa que se llama Cipsa. Y para evitar los riesgos de los embargos y los procedimientos para hacer efectivo lo que ganó su demandante, Enrique Krauze, sus representantes legales –entre otros Javier Florido Ruiz– y el abogado de Televisa, Luis Alejandro Bustos Olivares, ingeniaron la constitución de un adeudo millonario, el cual aparentemente no se pagó y dio lugar al procedimiento que se tramita en el juzgado Vigésimo de lo Civil (expediente 265/04).

En este juicio se volvió a embargar a Clío para que Cipsa no pudiera ejercer sus derechos de acreedor. Cuando la maniobra fue descubierta y denunciada ante la Procuraduría General de Justicia, inmediatamente el ingeniero Enrique Krauze compareció ante algunos medios de comunicación para dar una primera explicación y señalar que el juicio solamente se había promovido para evitar que los pagarés se extinguieran por el paso del tiempo. Es decir, con esas manifestaciones confirmó que la demanda no se había presentado para cobrar sino simplemente para aparentar un propósito distinto.

Sin embargo, Enrique Krauze afirma que no hay simulación alguna: “aquí nosotros hemos reconocido una deuda real que nosotros tenemos con Televisa y que Clío va a pagar. Eso se va a probar en tribunales.

“Nosotros le pagamos a Cipsa hace unos días 700 mil pesos, pero la tenemos demandada por fraude porque quiere extorsionarnos para sacarnos dinero. Con Cipsa, tanto Televisa como Clío estamos en litigio con los dueños de esa empresa, porque los tenemos demandados por administración fraudulenta de una persona que trabaja allí, pero esto se debe dirimir en tribunales y lo que éstos digan lo acataremos”.

Televisa y Krauze

En la seguridad de que el juicio civil no llamaría la atención, los abogados de Televisa agravaron la situación porque, para defenderse, aseguraron que Krauze firmó indebidamente los documentos porque no tenía facultades para ello. Dicho en otras palabras, quieren decir que si Televisa le entregó dinero a Clío es porque éste les mintió al firmar los pagarés sin tener facultades para hacerlo. Luego no tenía porque pagarles.

Ya con los pagarés en los juzgados, acudieron a este argumento para defenderse del supuesto embargo. Total, ingeniaron un galimatías legal que ahora opera en su contra y tiene a Krauze metido en el berenjenal de los asuntos penales que se tramitan en el bunker judicial de la colonia de los Doctores.

En este enredo, uno de los hechos que más ha llamado la atención es que se han presentado como gestores de la defensa de Enrique Krauze en las oficinas del procurador Bátiz, los mismos abogados de Televisa que son supuestamente sus contrarios en el juicio civil.

Las investigaciones han avanzado de tal manera que las cosas apuntan para que el procurador Bernardo Bátiz Vázquez pueda ejercer acción penal en contra de los autores de las simulaciones. Todo esto se dio porque, como empresario, Krauze es el director y principal accionista de una negociación dedicada a la publicación de libros y videos: Editorial Clío.

La empresa tiene vínculos comerciales con Televisa porque la relación resulta benéfica para ambas. Clío tiene un amplio horizonte de difusión con la televisora, puede aprovechar las conexiones de Krauze con el medio económico e intelectual mexicano, siempre muy cercano al poder político, lo cual facilita el desenvolvimiento del juego de intereses tanto comercial como político.

Así pues, en la práctica Editorial Clío y Televisa son buenos socios y en el tribunal aparentan ser terribles enemigos que combaten por cuantiosas sumas de dinero. La existencia del crédito que dio origen al juicio mercantil y el mismo procedimiento judicial resultan no solamente sospechosos para la autoridad, sino que ya hay pruebas determinantes que acreditan que nada es real en aquello que hicieron Krauze y sus representantes legales.

Las pruebas documentales

Editorial Clío fue embargada en otro procedimiento y condenada a pagar sumas de dinero a favor de la empresa Cipsa. Con el propósito deliberado de impedir que la sentencia que le ganó Cipsa a Editorial Clío tuviera repercusiones graves, Krauze aparece como el autor, aquí si intelectual de la elaboración de siete documentos de crédito que supuestamente Clío suscribe a favor de Televisa por una suma que rebasa a los 10 millones de pesos.

Ya con los pagarés elaborados, Televisa demanda a Editorial Clío en el juzgado vigésimo civil del Distrito Federal, expediente 265/2004, y le encomienda las acciones legales a Luis Alejandro Bustos Olivares. En un juicio enconado, Editorial Clío contestó la demanda asegurando que Krauze no tenía facultades para suscribir los títulos de crédito.

Cuando el historiador-empresario supo que se había impugnado la validez del juicio, declaró públicamente que los documentos se le habían presentado al juez “solamente para evitar su prescripción”, es decir, que no tenían el interés realmente en que el juicio fuera un procedimiento para cobrar, sino que dejó entrever claramente que su propuesta de ir a juicio era una situación irreal.

La simulación es evidente porque resulta que los escritos de las partes en litigio están hechos en la misma máquina, con la misma redacción y por la misma persona. Incluso, así lo determinaron con minuciosos estudios técnicos los peritos expertos en el estudio de documentos que pertenecen al staff directo del procurador Bátiz.

Una vez que se comprobó que las promociones de quienes son adversarios en un juicio que las hace la misma persona, el curso de la investigación se conduce al origen de los pagarés mercantiles que suscribió Enrique Krauze sin facultades para ello.

El asunto tiene además una novedad. Resulta que el Distrito Federal tiene un nuevo Código Penal que es considerado como muy riguroso y de una gran dureza en la imposición de las penas y de la descripción de aquello que han considerado delito. Entre estas figuras se puso especial empeño para evitar los abusos de los abogados litigantes, en castigar las simulaciones en los juicios y no se pueden presentar testigos falsos, documentos alterados o que no cumplan con la realidad.

Por esta razón, para evitar que la suscripción de la deuda millonaria pudiera ser sancionada por este nuevo Código Penal, los pagarés se fecharon con dos meses de anticipación a que el nuevo código iniciara su vigencia.

Sin embargo, el juicio sospechoso que involucra directamente a Krauze por ser el suscriptor de los documentos que dan lugar al procedimiento, se ha tramitado y de resultar que se integre debidamente el expediente, las partes del juicio y Editorial Clío quedarían sujetos a la nueva disposición que castiga la simulación procesal con una pena de tres a doce años de prisión porque la cuantía del crédito simulado y del juicio tipificado como fraude procesal es de 10 millones de pesos.

About the Author